
La verdad es que fui con pocas ganas, Javi me convenció para acudir a la carrera de Santa Fe. Aún no me encontraba para competir, pero las series realizadas el martes me decían que estaba bien. Me salieron en buenos tiempos y eso da moral. Total, me apunté y allí fuimos.
El caso es que una vez en faena te alegras de acudir, te encuentras con amigos, charlas, te ríes y todo lo demás, pero a pesar de eso me encontraba raro, la verdad un poco apático. Calentando me decía a mí mismo: ¿qué coño te pasa? Este es tu sitio, tienes que hacerlo bien. No era presión, buscaba la motivación perdida.
En la salida, algo más animado, por primera vez nos habíamos situado delante, como nunca. Suena el disparo y salimos: rápidos, muy rápidos. Los dos primeros Km. en 7` 30”, para los que nos conocéis, todavía teníamos, Javi y yo, a Daniel a unos metros, pero más que una visión era un espejismo, tardó poco en meternos distancia.
Ahora me chequeaba e intentaba predecir la carrera. No iba bien, ni para atrás, no son excusas, es una realidad apabullante, desde el maratón voy para atrás como los cangrejos. Entreno bien, disfruto, tengo espíritu competitivo pero me pongo el dorsal y no sé si es que salgo muy fuerte, o no estoy motivado, pero el caso es que no carburo como antes. No obstante, disfruto, me gusta correr y las carreras, aunque no esté fino. ¡Ya vendrán tiempos mejores!.
Ahora estábamos, Javi y yo mano a mano, el uno por el otro. A las primeras de cambio, en el segundo Km empezó a meterme unos metros, no muchos, pero en carrera parece un mundo. Paradójicamente eso me motivó, lo veía ahí y esa era mi referencia. Me acordaba del fútbol, yo del Madrid, él del Barsa. Parecía una traspolación: él, fuerte, elegante en las zancadas e intratable, y yo, pequeño, con poca técnica, y patizambillo. Pero, a diferencia de los merengues, no iba a bajar los brazos: Así que con un poco de pundonor y gracias a que él tampoco estaba fino, le dí alcance. ¡Ya estoy aquí, te crees que yo soy como el Madrid!.

Unos metros, pocos, pero un poco de ventaja tenía. La felicidad es efímera en casa del pobre, y yo, por no tener, no tenía ni ganas de correr. Me dolía todo y nada, un no se qué que me recorría el cuerpo y me decía: para, para. No os creáis que íbamos volando, los Km. se iban por encima de 4 minutos, bastantillo. De tal forma, que al poco, ya tenía a Javi allí.
Fue un verdadero alivio. Al igual que yo, él tampoco tenía mucho, así que unos Km. él y otros yo, nos fuimos apoyando el uno en el otro, y nos dábamos un poco de aliento. Se agradece tener un buen amigo apoyándote en esos Km. Cuando ya no puedes y sólo quieres pararte, ver que alguien está como tú, a tu lado, y sufriendo contigo, es un auténtico salvavidas.
En estas llegamos a la meta, o ella vino a recatarnos, no sé. 41 minutos, a pesar de todo contentos, mucho calor, viento y un cuerpo y una mente que no acompañaban. Ahora eso sí, sufrimiento, el de siempre, como perros. Creo que ha sido la tónica general, todos los corredores con los que he hablado no estaban muy contentos con su tiempo. Mal de muchos, cons………
Una vez en la meta, comenzamos a ver a los amigos. Los dos Danieles como siempre, en su tónica, José ni que decir, hecho un hacha. Después vimos a Juanba, José Antonio, Mario, Gregorio, Paco (compai), Víctor y sus amigos y José Manuel. En definitiva, una gran familia que hacen que las carreras, independientemente de cómo salgan o lo que suframos, sean una verdadera fiesta. Además esta vez teníamos un reportero de lujo, Roberto, al que desde aquí le deseo una pronta recuperación, que ha inmortalizado nuestras andanzas.



Después vino el tercer tiempo. Un calentamiento previo con José Antonio y Emilio y después, Javi y yo, con nuestras sufridoras, degustando buen pescaito en Churriana. Para terminar una de fútbol. Algunos de nuestros verdes estarán un poquito contrariados, les ha faltado el alirón. No os preocupéis, ¡eso está hecho! y al igual que con las carreras os esperan jornadas gloriosas, y espero que a mí también.
¡A POR LA RAGUA!
