jueves, 30 de julio de 2009

MADRUGÁ (Por Javi)


“McCandless consideraba que correr era un ejercicio espiritual intenso, rayano en lo religioso […] Chris solía decirnos que pensáramos en la maldad que hay en el mundo, en el odio, y que nos imagináramos que corríamos contra las fuerzas de las tinieblas, contra un muro de maldad que impedía que rindiéramos al máximo.”

“La confusa carga que comporta la vida cotidiana –los descuidos y olvidos, las facturas sin pagar, las oportunidades perdidas, el polvo debajo del sofá, la inexorable dependencia de los genes –queda olvidada temporalmente, borrada de tus pensamientos por la arrolladora claridad de la meta”.

JON KRAKAUER, Hacia Rutas Salvajes



Preciosa. La Alhambra al alba. Los sentidos en plena ebullición.





No puedo dejar de emocionarme. Unas horas después de haber regresado de mi entreno matutino de hoy me encuentro con que el personaje principal del libro que estoy leyendo era un apasionado de correr, “una actividad que recompensa más la voluntad y la determinación que la astucia o el ingenio”. Seguramente yo jamás habría podido acometer las utópicas y temerarias empresas que Chris McCandless llevó a cabo a principios de los años 90; sin embargo intuyo que a Chris le habría gustado levantarse a las 5.30 am para subir al Llano de la Perdiz. Porque se trata de algo más trascendental que un entrenamiento o una voluntariosa e incluso tiránica rutina de un loco del correr. Es una determinación, es una búsqueda de sensaciones infinitas, es una experiencia sensorial que bien merece robar unas horas al sueño.



Cuando uno decide salir de la cama a esas horas sin ningún asunto oneroso que te obligue a hacerlo es porque detrás de la actividad en sí se esconde algo muy poderoso que trasciende lo trivial. No madrugo para hacer cuestas, mejorar mi forma o quemar los excesos gastronómicos de los últimos días. Madrugo para contemplar el mundo desde otra óptica, para entender el orden de las cosas, para convencerme de que la ciudad dos horas más tarde es una falacia. Para encontrar la belleza, el misterioso cambio de las luces del cielo.



Mientras atravieso corriendo las calles de la ciudad uno parece redescubrir callejones, avenidas y edificios. La ciudad duerme; yo la reinvento. Lugares por donde cientos de veces he transitado parecen perder su identidad. Cobran nueva vida, nuevos olores y tonalidades. Los escaparates y los rótulos languidecen, al tiempo que los caminos se iluminan. Cuanto más se adentra uno en el corazón de la ciudad, más inevitable es entender la naturaleza de McCandless: se trata de una huida, sí, pero hacia adelante, en busca de la certeza de la belleza. Cuando ya enfilo el Barranco del Abogado, siento que las luces parpadeantes que me preceden son innumerables hálitos de victoria. Me embarga una extraña felicidad que crece paulatinamente. Tras dejar atrás el cementerio de la ciudad y adentrarme por los todavía oscurísimos senderos que me conducirán al Llano, de repente tu alma se siente en paz. No hay luz física, pero tu interior parece relucir por momentos. Asciendo por el cortafuegos con un ahogado y constante jadeo, con el corazón bombeando a plena máquina, con los poros abiertos y los cuádriceps como rocas, el éxtasis está cercano.






Llano de la Perdiz. Misterioso bosque que se despereza.

A las 7am aproximadamente he alcanzado la cima. Desde allí se divisa el orden: entiendo la orografía, comprendo la ciudad, las autovías y las largas avenidas, aprecio los edificios que dos horas más tarde me resultarán horribles. Me entiendo a mí mismo. No acierto a describir lo que siento: olores, colores y sonidos imposibles de apreciar en otro momento. Desciendo, eso sí, prolongando la magia por caminos que irradian un misterio moribundo: el día despunta. Atravieso el recinto exterior de la Alhambra, con una vegetación y un frescor que seductoramente me envuelve. Regreso por una ciudad que adquiere nuevos matices, aceras y asfalto que no me reconocen. El embrujo apenas ha durado hora y media pero con una intensidad y una fuerza brutal. Todo ha terminado pero consigo reafirmar mi voluntad de repetir la experiencia todas las semanas. Solo o en compañía de Los Guerreros de la Madrugada, esto es algo que absolutamente todo corredor debería probar.

sábado, 18 de julio de 2009

UP & RUNNING (por Antonio desde el exilio)

Eso fue lo que pensé esta mañana al despertarme, los rayos del sol se filtraban por las ventanas de la boardilla donde habito y cosas como estas no se pueden dejar escapar. Sí, hoy por primera vez desde que llegué lucía un sol esplendido y la temperatura era de unos 18 – 20 grados. Al salir me di cuenta de que había muchas nubes pero que estaban lo suficientemente dispersas para no suponer un problema. Salí con la cámara y el camelbak dispuesto a hacer unas fotos para una entrada en las verdes. Al bajar las escaleras, vi que uno de los compañeros de piso calzaba unas Kayano 15, suficiente para comenzar una conversación en torno al correr.



Atravesé Iffley Road y enseguida llegué al río; no puedo dejar de marvillarme ante la belleza del paisaje del Isis a su paso por Oxford. Deseoso de compartir mis sensaciones le pedí a un inglés que me hiciera una foto para colgar en el blog.





Había decidido hacer una ruta nueva, conocía el río de mi estancia anterior pero esta vez quería recorrer el Canal de Oxford; que conecta con Coventry con sus más de 115 Km. De esa forma tuve que dejar el río y atravesar el centro de la ciudad. En estas fechas parece un nido de turistas niñatos. Por cierto, lo más puercos, peor educados, más escandalosos y más sumisos de la moda: los españoles. Por primera vez en mi vida he sentido cierta vergüenza de ser español y que alguien me pudiese comparar con ellos



Tras esta experiencia he llegado al canal y ahí he vuelto a disfrutar. Éste queda fuera del circuito turístico de Oxford y nuevamente gente paseando, en bici o corriendo eran mis compañeros. Así me he ido alejando de la ciudad y viejas carboneras, convertidas en casa flotantes aparecían amarradas o navegando por el canal. Las obras de ingeniería del XIX no dejan de maravillarme, con sus compuertas y sistema de vasos comunicantes para salvar los desniveles del río.



Seguí así durante unos 5 Km, cruzando los túneles que los múltiples puentes tendían. Me seguía alejando de la civilización y la vegetación cada vez era más exultante. Pensaba en mis amigos de las verdes ¡Qué buen paisaje para nuestro nombre de guerra!



Al final unas obras cortaban el camino y tras haber recorrido unos 8.5 desde mi comienzo me volví, disfrutando mucho, ahora sí, del sol resplandeciente en el agua

Dedicado a mis amigos de las verdes, allegados y a los valientes del grupo mañanero.



lunes, 13 de julio de 2009

¡¡ NO PODRÁS CONMIGO!! .... por Alejandro Corpas



Alguna vez he escrito en este magnifico blog y algunas otras veces he comentado con varios miembros de Las Verdes, que mi política en el deporte es disfrutar y nunca sobrepasar la fina línea que separa esta forma de entender las competiciones y la obsesión por mejorar los cronos. Claro está y no me voy a engañar, ni engaño a nadie que cuando se disfruta más, es cuando mejoramos.
Pero en mi caso, después de una condromalacia rotulania que trajo tres meses de parada deportiva en 2008 (nada de correr, nadar o pedalear) y un bocado importante en los ahorros (médico, fisio, plantillas y medicinas), decidí asumir que mi futuro no pasaba por la calidad, sino por la cantidad. Así desde mi recuperación allá en Mayo de 2008, hasta este Mayo de 2009, he realizado varias carreras de 10.000 de la Diputación, una Nocturna de Granada, cuatro Medias (Motril, Granada, Sevilla-Los Palacios y Málaga) y los 101 Km de Ronda en Mtb. Tiempos muy discretos, pero todas las pruebas superadas satisfactoriamente y sin la menor molestia. ¡¡ Contentísimo ¡!, planeando objetivos más ambiciosos….

Pero amigos, de repente un día, dolorcito en la rodilla y empiezan los temores de nuevo, pruebas a trotar y nada. Pruebas a pedalear sin resistencia y regular, nadar si se puede, pero siempre que muevas mucho las piernas….Físicamente lo pierdes casi todo en muy poco tiempo, pero psicológicamente, ¿Qué pasa con la recaída?. Ves que todo lo realizado hasta ahora no ha servido de nada, y en mi caso, me ha obligado a replantearme esta forma de vida, dedicarme a realizar deporte de forma más liviana, dejar de participar en carreras, abandonar mis objetivos de Maratón, 101 a pie ó Triatlon y Duatlón…. ¡¡¡ Claro me lo he replanteado, pero no lo he aceptado. Me he sentado conmigo y con mi rodilla un par de veces y hemos hablado cara a cara y desde luego no voy a dejar que una jodida rodilla izquierda me amargue ¡!! y me quite esas mariposas en el estómago, esos madrugones el Domingo, esos viajes de fin de semana, esos planes, esa indescriptible satisfacción cuando llegas a meta y el orgullo de tus padres y de tú chica, cuando entras en meta y te saludan…. No, eso supera toda dolencia. Lo tengo clarísimo.

Ahora bien, un buen competidor también sabe cuando parar y así que llevo una semana sin correr y sin pedalear, dedicándome a nadar, a hacer pesas y tratarme con hielo y cremitas. Un esfuerzo psicológico, que todos los que nos hemos lesionado hemos aprendido a base de decepción e ilusión. Cuando es una recaída el esfuerzo es mucho mayor.

Echo de menos ponerme mis zapatillas, sudar, correr kilómetros. Coger mi cabra y subir al Sotillo, a Calialfaqui, al Llano de la Perdiz, a Quentar…… Te echo mucho de menos, pero espérame. Volveré, te lo juro volveré y llevaremos a cabo lo planeado. Pero, como dice mi abuelo: “pacencia”.

Quizás todo este peñazo de “relato” se puede resumir en que el deporte engancha muchísimo, mejorando aspectos físicos, pero también psicológicos, puesto que superar estos baches te ayudan a superar otros baches de la vida. Nos obliga a ser realistas y a tomar conciencia de nuestro potencial y nuestras posibles mejoras, nos ayuda a relacionarnos con diferentes personas que tienen una misma filosofía de vida y nos permite ser felices y hacer felices a quién nos rodea.

PD. Hace unos días un corredor pro de media distancia ya retirado, que había participado incluso a nivel Europeo en la selección de su país, me dijo que el no tenía el impulso de correr si no era para ganar. Es un chico muy simpático, pero me dio pena, pues nunca probará las mieles de la esencia del deporte amateur.


Saludos de Aleandro.