miércoles, 26 de noviembre de 2008

POPURRÍ (Por Antonio)

Amigos, en primer lugar beneficiándome de las posibilidades que ofrece la plataforma de comunicación, que es el blog, quiero agradeceros a todos el interés y apoyo que me estáis mostrando durante estos días de recuperación. Me he sentido verdaderamente arropado por vosotros estos días, haciéndome mucho más llevadero el estar tan limitado y no poder hacer lo que tanto nos gusta, y casi necesitamos. Prometo estar operativo en breve, dando guerra de nuevo. Sinceramente GRACIAS.




Quiero aprovechar, además, para hacer un balance de este año. Estoy convencido de que el hecho más sobresaliente ha sido conoceros y el formar ese grupo de Verdes, del que creo, que todos nos sentimos igual de orgullosos. Desde aquella mítica tirada de 25 Km por la Vega han sucedido muchas cosas y casi todas las he compartido con vosotros. En primer lugar, y además de la amistad que hemos establecido y esos maravillosos terceros tiempos que hemos institucionalizado, creo que ha sido un año atlético sobresaliente. Al igual que vosotros he conseguido bajar mis tiempos en fracciones que yo mismo creía imposibles apenas hace un año y antes de conoceros. Además, hemos realizado algunas pruebas que me van a marcar para siempre, como mi primer maratón, las subidas al Conjuro y al Veleta y las medias de Málaga y Granada. Estas carreras las he compartido con vosotros y ha sido algo estupendo, pero no sólo han sido las pruebas en sí, también han sido los entrenamientos, las cábalas y la ilusión por cada reto al que hemos concurrido y quizás eso ha sido tan bueno o incluso mejor que su plasmación el día de la carrera. Por todo ello os doy de nuevo las Gracias.



Pero ahora estamos ante el final de un año y no puedo dejar de pensar en el siguiente, ya me conocéis. A falta de que hagamos el Conjuro, y por supuesto esa cenilla de navidad que tenemos pendiente, para el próximo año tenemos grandes retos. Casi todos tenemos pensado acudir al Maratón de Sevilla, en lo que promete ser una gran fiesta Verde, donde todo nuestro habitual compañerismo y buen ambiente se va a multiplicar por un gran exponente: 42.196 para ser más exactos. Para llegar allí volveremos a vernos envueltos en muchos entrenamientos y, afortunadamente, en esas tiradas domingueras de las que tanto disfrutamos. Estoy como loco por poder comenzar. Además, todos tenemos nuestro pequeño corazoncito atlético y queremos también bajar nuestras marcas y, en mi caso intentar darles caza a Daniel y Javi, para lo que habrá que dedicar tiempo a las temidas series. Y quién sabe, a lo mejor el año que viene nos depara otra gran locura, otra subida al Veleta, los 101 de Ronda, o incluso algún triatlón para los más promiscuos.

Quiero también deciros que, por fin, en unas horas voy a intentar salir a trotar un poco, esperando poder hacer sobre tres kilómetros a modo de test, ya os contaré qué tal ha ido. Quiero aprovechar para, en este apartado de recuperación, dar la enhorabuena a José Antonio por haber dejado atrás un año horrible, en cuanto a su gemelo malo (no, no es que tenga un hermano monárquico, sino una lesión persistente) y darle mucho ánimo a José, que sé que anda con una rodilla que no le deja entrenar y, conociéndolo, ha de estar pasándolo muy mal. ¡Mucho ánimo y a recuperarse pronto!



LLAMADA DE ATENCIÓN.




La última parte de esta de entrada se la quiero dedicar a las equipaciones. ¿Qué está pasando amigos, necesitamos una nueva inyección de endorfinas colectivas, como tras la media de Granada, para que retomemos el asunto? Hago un llamamiento para que aquellos que no se han pasado por Sport Garrido y no sepan sus tallas lo hagan y para que aquellos que aún no han manifestado su disposición a vestirse de corto y verde lo hagan también. Sería interesante poder tenerlas lo antes posible y poder serigrafiarlas en su caso.



domingo, 23 de noviembre de 2008

"CORAZÓN PARTÍO" por Jesús Lens

Queridos amigos y amigas de Las Verdes, tengo el corazón partío y acudo a esta nuestra casa virtual a haceros partícipes de mis cuitas y desvelos.

Como sabéis, desde que empecé a pensar y a actuar en Verde, tuve una apreciable progresión en esto del correr. Por supuesto, mis marcas son mediocres, pero menos que antes. Lo más importante, sin embargo, no son tanto los tiempos como las sensaciones. He aprendido a disfrutar corriendo a ritmos más elevados, a gozar de los entrenamientos, a apreciar unas buenas zapatillas, a descubrir nuevas rutas, a competir y, sobre todo, he disfrutado mucho compartiendo largas tiradas junto a este grupo de aguerridos y nobles pateadores del asfalto.




Pero.

Como siempre, cuando uno empieza con un párrafo laudatorio como el anterior, viene un pero. Y mi pero tiene forma de balón. De balón de baloncesto. Aunque lo intento dejar, aunque trato de disminuir mis dosis de básket, no lo consigo. Como en la célebre fábula del escorpión y la rana, mi naturaleza me lleva, muy al contrario, a implicarme más y más, de nuevo, en el mundo de la canasta.

Y es paradójico: por el hecho de haberme quitado ocho o diez kilos de peso desde que pienso en Verde, mis prestaciones baloncestísticas han subido bastantes enteros. Estoy en buena forma, corro más y mejor los contrataques, salto más alto, cojo más rebotes...

Y en el pecado llevo la penitencia. Cuánto más y mejor juegas, cuánto más ímpetu le pones a tus evoluciones sobre la cancha, más sufre el cuerpo. Sobre todo, cuando juegas partidos oficiales y no sólo pachangas.

El sábado 15 debutamos en el Torneo del Patronato Municipal de Deportes de Granada, contra los cachorros de los Maristas. Les ganamos por 23 puntos sobre una cancha de cemento. Nos salió un partido muy bueno, pero cuando estaba en casa y me duché, fui consciente de los efectos colaterales del partido: rodillas cascadas, un fuerte golpe en un muslo y la espalda destrozada.

Esa noche, en el Isabel La Católica, escuchando a la banda que homenajeaba a Dizzie Gillespie, me retorcía sobre el asiento. Y al día siguiente, cuando salí a correr, no podía con mi alma. Sin que la respiración se alterase un ápice, las piernas se negaban a acelerar. Trece infames kilómetros a un ritmo infamemente cochinero hicieron que se me encendieran las alarmas.

Lo mismo me pasó el miércoles siguiente. Antes de echar mi partido de baloncesto, salí a hacer unas series de 400 metros. No podía. Me sentía lento y pesado. Y si hace quince días me salieron ocho series en el entorno del 1.30, en esta ocasión no conseguía bajar del 1.40. Y lo que es peor, cuando me fui a la cama esa noche, cansado como casi nunca, ni siquiera era capaz de conciliar el sueño, padeciendo los estragos de mil dolores pequeños y alguno más grandecillo.

Por eso, cada vez que mis zapatillas de atletismo, mis recién adquiridas Beast, las Bestias, ven que las dejo en el zapatero y me calzo las Nike de caña alta; gimen y sufren. Porque saben que estamos yendo hacia atrás, como los cangrejos.

Muchos de Las Verdes combináis deportes. Bicicleta, fútbol... ¿cómo lo lleváis? ¿Cómo conseguís hacerlos compatibles? ¿Somos corredores o, más genéricamente, somos deportistas? ¿Debo preocuparme, desistir? ¿Qué pasa con el reto de la maratón de Sevilla?

Cuando escribo estas líneas, sólo de pensar que en unas horas he de salir a correr un rato, hace que se me pongan los pelos de punta, sabiendo que voy a sufrir como un perro. Además, ahora me marcho a Málaga, una semana, a jugar al baloncesto durante seis días consecutivos. Y ello me obliga a terminar con una reflexión, en forma de bolero:

“Que yo no puedo comprender
Como se pueden querer
Dos deportes a la vez...
Y no estar loco.”

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.
http://pateando-el-mundo.blogspot.com/

martes, 18 de noviembre de 2008

"Domingo de terapia por los pinos de Santafé" por Wenceslao Expósito



Domingo 16 de noviembre, a dos semanas del objetivo deportivo-musical de Córdoba. Son las 10 de la mañana y me dispongo a realizar la penúltima tirada larga antes de la media de Córdoba. La gente del club ha salido a las 9, pero mi mujer acaba de llegar del trabajo y no he podido salir con ellos; pero no me importa pues me apetece mucho correr solo.

Salgo en dirección a los pinos de Santafé dispuesto a rodar tranquilo durante 90 minutos. El circuito es ondulado con unas rampas bastante exigentes pero muy divertido por la variedad tanto en el paisaje como en su dureza. Llevo la radio puesta pero me doy cuenta que voy oyéndola pero no escuchándola; el ritmo es cansino y no termino de entrar en calor.
Voy un poco perdido mentalmente y empiezo las rampas duras; la respiración y las pulsaciones se aceleran pero contrariamente a lo que creía, el ritmo no decrece y la cadencia es, incluso, más fluida que en el llano. De repente, hacia el kilómetro 8 que ya han pasado las cuestas más duras, la letra de una canción hace despertar mi mente. Como si despertara de un sueño y no supiera cómo he llegado hasta allí, me encuentro en medio de un pinar desde el cual diviso Santafé y toda la Vega y al fondo Sierra Elvira. Me noto mucho sudor en la cara y al ir a quitármelo me doy cuenta que son lágrimas que brotan de mis ojos. Estoy llorando. Pero es un llanto de placer. La canción me recordó algunos momentos difíciles vividos meses atrás, pero yo estaba allí, esos momentos habían sido superados y yo estaba allí llorando como un niño.
Una sobredosis de endorfinas corrían por mis venas. El paisaje, el entorno, ahora mi ritmo era alegre; y seguía llorando. Lloraba de alegría, me sentía eufórico y subí el último cortafuegos antes de llegar a las “Aguas Calientes” a un ritmo increíble.
Los últimos kilómetros pasaron muy rápidamente a velocidad progresiva. Ahora me sentía flotar y la zancada era amplia y muy fluida. A la hora y treinta y dos minutos llegó al campo de futbol antiguo de Santafé. Miro el reloj de pared con GPS (Garmin Forerunner 205) que llevo en mi muñeca y me sorprendo al ver 17,5 kms a una media de 5´15” por km: muy rápido para mi nivel.
Pero he acabado como nuevo, desde el momento en que aquella canción hizo saltar mis resortes mentales, toda la tirada larga fue un placer. Me sentía parte de la naturaleza y disfrutaba corriendo. Los pensamientos negativos se habían convertido en positivos.





El tramo final de esta semana que por trabajo y entrenos estaba siendo duro, dio sus frutos. En lo laboral con un concierto el viernes en el que disfruté mucho. Me sentí músico de verdad; de esos conciertos en los que consigues que tu instrumento sea una prolongación de tu cuerpo y exprese todo aquello que sientes sin que ningún problema técnico te distraiga de la interpretación. Y hoy corriendo sintiéndome a mí mismo y dándome cuenta que tengo en mis piernas muchos mejores ritmos y que todo depende de mi mente.
Al final siempre llego a la conclusión de que son muchos los euros que me ahorro en psicólogos desde que uso esto del correr como terapia. Aquellos que no corren no entienden que este tipo de situaciones y vivencias se puedan tener corriendo un frío domingo de noviembre en lo más alto de un pinar en medio de la nada. Pero bueno… no saben lo que se pierden.

domingo, 16 de noviembre de 2008

"85 MINUTOS: XXI MEDIA MARATÓN CIUDAD DE LORCA", por Javi


Cuando regresábamos a Almerimar de la ciudad murciana, inmerso en ese extraño lance de relajación contemplativa post-carrera, mirando cómo quedaba atrás el colosal castillo árabe que preside Lorca, me preguntaba si merecía la pena todo esto. Si merecía la pena tanto machaque, tanto madrugón y tanto viaje para ir a sufrir unos cuantos minutos, cuantos menos mejor, claro. Aproveché que mis compañeros de viaje y carrera conversaban animadamente y como además no conducía me sumergí en mis vacilaciones, dudas y zozobras.


Pero sí, definitivamente sí ha merecido la pena. Han sido 85 minutos de sufrimiento –no podía ser de otra forma, pero la sonrisa que esbozo es la prueba irrefutable del éxito. Me respondo: me gusta esto, atiborrarme los días previos de carbohidratos y frutas , me gusta levantarme un domingo a las 6 de la mañana, me gustan los nervios de las horas previas a una carrera, seleccionar la camiseta que llevaré, el café con coñac de media hora antes, mi torpeza tratando de centrar un dorsal que parece rebelarse una y otra vez. Sí, estoy definitivamente metido en el mundillo del corredor. Hasta las trancas. Irremisiblemente. Vibro los 10 minutos antes del pistoletazo.


Unos 225 kilómetros aproximadamente dista Lorca de Almerimar. En apenas una hora y media Salva, Juanjo, Nicolás (junto a esposa e hijos), del club Chino-Chano, y fieles compañeros de entrenos los dos primeros, ya estamos aparcados y tratando de conciliar nuestra relación con un inesperado frío, gélido hasta lo insoportable, así, de sopetón. De 12 grados en El Ejido el termómetro ha caído a apenas 2, aunque la sensación térmica debida al viento –sí, el viento, mi fiel aliado, es mucho más fría. Primer contratiempo. O no. A mí me gusta el frío. Y estoy acostumbrado al viento. ¡A por el carajillo!

Un 10 para la organización en cuanto a entrega de dorsales: rápida, efectiva. Los dedos, rígidos; los labios, agrietados del frío. Hasta nos planteamos correr con manga larga, pero lo descartamos. Nos cambiamos, “calentamos” y al arco de salida. Curiosamente, los nervios han desaparecido, el ambiente es increíble, más de 1500 corredores, según Nicolás, tomarían las calles de Lorca. Además, apuntaba: “Aquí viene mucha gente de nivel, para entrar entre los 300 primeros hay que correr”. El miedo escénico. El puñetero miedo escénico de siempre: “qué finos están todos, ¿dónde están los “fondones”? “ Juro que no los vi. Sin embargo, sabía que esta carrera iba a ser distinta de las demás. Comentaba en el blog hace unos días que me encontraba bien mentalmente, que tenía mucha confianza en mis posibilidades, que estaba asimilando muy bien los entrenos. ¿Por qué no lo iba a lograr?

Si bien no me llegué a agobiar con vuestras “previsiones”, reconozco que las tuve presente en todo momento, pero porque de una vez por todas iba a dejar de lado mi inseguridad y en lugar de verlo como algo utópico, esta vez iba a por ella. ¡¡¡Agghhh!!! “Salva, vamos a comernos el asfalto” –espeté a mi compañero, que me miró un tanto escéptico aunque sonriente.
Salí a 4 mins/km. Los miles se sucedían marcando unos excelentes parciales. Si perdía algunos segundos, en el siguiente mil lo recuperaba de nuevo. Todo marchaba. El recorrido básicamente consistía en 3 vueltas a un trazado completamente urbano, prácticamente llano, aunque con una cuesta de menos de 100 metros que obviamente habría que subir 3 veces. En cada vuelta, casi 6 kms discurrían por una larga avenida, animadísima de gente y sobre todo de música; Prodigy y su techno bailón me resucitó en el km 13; en esa misma calle, músicos urbanos, con su guitarra acústica y su amplificador nos deleitaban con sus piezas a ritmo de blues, country o el Wonderwall, de Oasis, que me pareció magníficamente interpretada. También otros mostraban sus habilidades con la caja flamenca. Como véis no sólo iba pendiente del crono.

A partir del km 14 bajé un poco el ritmo, no demasiado, porque me costó asimilar el gel que me había tomado un minuto antes. A partir de aquí, dientes apretados, puños y bíceps tensos y zancada potente. Al cruzarme con Juanjo, me comentó que le iba sacando cada vez más distancia a Salva -al que dejé en km 6, aunque fuese una temeridad, que me perseguía cual sabueso hambriento. Eso me espoleó hasta marcar los últimos kms por debajo de 4 mins/km, dejando atrás a unos atletas locales que me servían de liebre, adelantando a muchos corredores. Muchos. En serio. Con los ojos vueltos, lleno de alegría y haciendo caso omiso al dolor de los cuádriceps entré como un auténtico animal en la meta, embistiendo al encargado de marcar mi dorsal con láser, que casi tira la máquina de impresión de tickets con nuestro tiempo. Sabía que había clavado 85 minutos y apenas 10 segundos, aunque el tiempo oficial cuente 12 segundos más. Apoteósico. Feliz. Orgulloso. Because I knew I could, I did it.

Por poner alguna pega: avituallamiento poco diligente, en mi opinión. Niñ@s muy pequeñ@s que casi se asustaban y escondían la botellita al vernos llegar. Además, sólo en el lado derecho de la carrera. Pasé de beber hasta el 15 por el pelotón de corredores matándose por el agua. Tampoco cogí esponjas. Lo que sí cogí fueron unos cuantos vasos de cerveza, así como unos cuantos montaditos de ternera, sobrasada y chacinas variadas de la tierra. Y vino también. Tinto y manzanilla. Buena bolsa de corredor, dotada de camiseta técnica, bonita además, buenos tallajes, una bolsa porta-zapatillas, una gorra y unos higos secos. Excelente propuesta gastronómica que acogió a corredores y familiares, que recrearon un ambiente de lujo en una ciudad que a pesar del poco tiempo que he podido visitarla, intuyo que es muy bonita.

Salva ha hecho 1h 26’; Nicolás (que sólo venía a entrenar, no quería competir hoy), hizo 1h 27’ (tiene 1h 21’); Juanjo, 1h 29’. A ellos tengo que agradecerles el magnífico viaje acontecido, lleno de anécdotas y risas, así como las horas de entrenos juntos. Como dice mi madre, en todos lados hay buena gente.

Gracias a vosotros, mis amigos de las Verdes, por supuesto, por vuestro aliento y confianza. Sobre todo quiero dedicar mi marca a Víctor, que vaticinó que para finales de este año estaría en buena forma (amigo, empiezo a ver los resultados del duro entrenamiento), y a Antonio, por su “presión” y por recordarme una y otra vez que ésa es mi marca. A todos, hoy orgullosamente en las listas de inscritos de Lorca se leía G.D. Las Verdes- Granada.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Crónica de la Behobia - San Sebastián por Miguel Angel de Dios








Hola a todos otra vez. Sois corredores, os gustan las carreras...no faltéis a la Behobia-San Sebastián.

Behobia, Guipúzcoa, 9 de noviembre de 2008, amanece un día destinado para correr, hace sol pero una temperatura agradable, tirando a fría. En el ambiente se respira algo, mires donde mires sólo ves gente vestida para correr. Unos cambiándose, otros estirando, otros ya corriendo. Parece una carrera más, pero no. Aparcamos a un kilómetro de la salida. Miro a un compañero, se pone el dorsal, es el número 16352. Nos comentan que 300 personas han salido a las 8 de la mañana para hacer recorrido andando. Vamos camino de la salida, a mitad de camino suena un chupinazo, nos asomamos a la carretera, pasan una treintena de personas en silla de ruedas a toda velocidad, algunos se atreverán a llamarlos minusválidos, que los imiten si se atreven, van a hacer la carrera en 45 min.

Nos acercamos a la salida y nos colocamos según el color de los dorsales. Yo soy azul, así que salgo un poco por delante, 5min antes que mis compañeros. A las 11:00 suena otro chupinazo, ya ha salido Chema. A las 11:04 suena otro. El siguiente es el mío, nos dejan acercarnos a la línea de salida. 11:09 ¡¡Llegó la hora!!

Como siempre, con tanta gente toca pelear al principio, el primer kilómetro en 5 min. Suena otro chupinazo, ya ha salido la marea humana detrás de ti. El segundo kilómetro mejoras, 4:45, y llega la primera subida, es larga pero acabas de empezar. Estás en Irún y las calles están llenas de gente gritando y animando. Una vez que sales de Irún sólo piensas que cerca está Gaintxurizketa, son dos kilómetros de subida entre el 5% y el 6%, si no bajas el ritmo aquí hay que despedirse de hacer buen tiempo, estás entre dos pueblos pero los laterales siguen llenos de gente. Ya casi está terminado el puerto y se te ponen los pelos de punta ¿Cómo puede haber tanta gente animando aquí? Pasas el puerto y empiezas a bajar, pero hay que seguir reteniendo, hay que esperar a pasar el primer tobogán. Cuando llegas a la subida del primero te encuentras en el arcén con una familia de rockeros con una furgoneta, una bandera pirata y la música a tope animando sin parar. Todo sigue abarrotado de gente, muchos han traído mandarinas y gajos de naranjas que dan a los corredores que quieren. Yo cojo media mandarina, encima que se han molestado en traer tantos kilos como para no agradecérselo. Ahora sí, si estás bien de fuerzas es la hora de apretar el ritmo. Hay toboganes durante 4 kilómetros y se hace duro. Luego bajas al puerto de pasajes y entras en él. Supuestamente es donde menos gente hay animando, supuestamente. A mucha gente se le atragantan estos 4 km de llano, se hacen duros, muchos tiene que parar, Gaintxurizketa y los toboganes pasan factura si no andas con cuidado. Entonces comienza la fiesta, sales del puerto de Pasajes y te acercas al km 16, la temida subida al Alto de Mirakruz, si no has guardado un poco de fuerzas ahí te quedas. Pero de repente, giras una curva y te encuentras una banda de música y un poco más adelante un grupo tocando la trikitixa (una especie de acordeón), parece que no ¡¡pero que fuerzas te dan!!. Subes Mirakruz y es el apoteosis, parece que estás subiendo el Angliru en la vuelta a España, el Mortirolo en el Giro o el Alpe d`Huez en el Tour, el público te hace pasillo para que pases, es impresionante. Bajas un poco el ritmo porque luego te quedan 3 km de bajada y llano hasta la meta donde puedes recuperar tiempo. Los laterales están abarrotados de gente. A partir del kilómetro 18 ya ponen vayas para apartar un poco al público, pero te llega su aliento, ¡¡toda la ciudad está ahí!! Ya sólo quedan dos rectas para terminar pero se hacen eternas. Al final, a lo lejos ves un arco con un cronómetro, ahí está por fin. Se acabó, he batido mi récord 1:32
Eso sí, es un kilómetro más corta, ¡¡pero no me quitéis mérito!! Se compensa con las subidas que tiene, y pensar que hace dos semanas tarde 1:44 en terminar.



Ganó Chema, lleva 4 seguidas. Le encanta esta carrera, es un corredor de Nike y este año patrocinaba Adidas, pero dice que quiere seguir corriendo aquí. Y os invito a todos a que le imitéis, merece la pena correrla al menos una vez. De verdad que es la más impresionante que hay, es dura, pero por ver como se vuelca el público merece la pena.




No quería comentar nada de esto pero no puedo evitarlo. El año pasado apareció un artículo en el diario El Mundo criticando esta carrera, la definían como un acto reivindicalista y radical. No voy a negar que siempre aparecen los cuatro anormales de turno que intentan reivindicar lo irreivindicable, son lamentables, y molestan en cualquier acto. Pero son eso, cuatro, y no es justo hablar así de esta carrera y de toda la gente que se vuelca con ella. Aquí se juntaron vascos, catalanes, gallegos, madrileños, alemanes, franceses, etc, etc, etc. Y esto lo dice un madrileño.

En lo que se refiere a la organización un diez. Hay cinco avituallamientos, más la gente del público, y la meta es un sitio amplio junto a la Concha donde puedes estirar sin problemas. Así que nada más que decir, atentos para pillar dorsal el año que viene porque vuelan!!! Os espero.

lunes, 10 de noviembre de 2008

EN BLANCO, por Onio


El día comenzó pronto, eran poco mas de las ocho de la mañana y tras algunas llamadas telefónicas, algunas mas oportunas que otras, Antonio, Javi, Víctor y un servidor ya estábamos en Parque Lagos prestos para tomar la sierra. El día se presentaba inmejorable en lo climatológico ya que el cielo estaba totalmente despejado y el viento cansado de luchar con Javi durante toda la semana en su exilio almeriense prefirió guardar fuerzas y quedarse en la cama hasta el lunes.

Durante todo el trayecto de subida en coche mis compañeros verdes fueron recordando la subida al Veleta de este año indicando por donde accedieron a la carretera de subida, en que curva comenzaron a distanciarse unos de otros, la ”facilidad” con que afrontaron la subida al Dornajo, la paella que alguno se quedó esperando a que sacaran en uno de los puestos de avituallamiento y demás locuras y desvaríos que pueden pasar por la cabeza de un individuo que se “zampa” 50 km. de cuestas siempre para arriba.

Mientras subíamos en mi cara se atisbaba cierto nerviosismo ya que era la primera vez que subía a entrenar a la sierra y tenía ciertas dudas de cómo mi cuerpo se iba a adaptar a eso de correr por encima de los dos mil metros de altitud. Ya me advirtieron mis compañeros que al principio uno se encuentra como pez fuera del agua, que se nota la falta de oxigeno y que el ritmo habitual de llenado y vaciado de pulmones al que uno está acostumbrado en sus entrenos, en la sierra resulta insuficiente, como muy bien me dijo Víctor: “es como si al respirar no entrara nada”.

Antes de llegar a Pradollano paramos para echar el café de rigor, momento en el cual Antonio instó a Javi a “doparse” con un carajillo de coñac creando lo que a partir de entonces y viendo el resultado que tuvo el domingo, un ritual que imaginó se repetirá antes de cada carrera. De este modo y tras calentarnos el estomago nos plantamos en Pradollano donde empezamos a sacar guantes, gorros y gorras (gracias Antonio) y tras pertrecharnos con mochilas de hidratación algunos y malditas riñoneras otros nos dispusimos a enfrentar el camino siempre cuesta arriba.



Recién salidos del coche. Ni que hiciera frío para llevar mallas largas


Los primeros pasos fueron, tal y como me habían advertido, muy extraños. No noté la falta de oxigeno pero si me notaba algo mas acelerado que de costumbre. Para bien o para mal mi pulsómetro decidió tomarse el día libre mientras el de Víctor hacía doble trabajo marcando sus pulsaciones y las mías con lo que no tenía ninguna referencia de cómo respondía mi cuerpo a esta nueva situación. Para colmo la maldita riñonera con la botella de agua no dejaba de saltar a cada paso sin encontrar su sitio y yo iba mas pendiente de ajustarla que de correr. Así que en un momento dado decidí olvidarme de todo y marcarme un ritmo en el que me encontrara a gusto olvidándome de aparatejos, riñoneras y demás minucias y confiar todo mi cuerpo a las famosas sensaciones. De este modo tomamos la carretera que rodea Pradollano y conduce hacia la Hoya de la Mora, fuimos subiendo despacio, sin forzar el ritmo y llamando la atención de vez en cuando a un Antonio que inconscientemente se despegaba del grupo cuando menos nos lo esperábamos. Poco a poco los kilómetros iban cayendo y era tal el cúmulo de sensaciones que uno experimentaba al observar el paisaje nevado que nos rodeaba con el Veleta en la lejanía y con el sol comenzando a calentar nuestros cuerpos mientras se podía divisar claramente una Granada libre de brumas al pie de la montaña que nosotros pretendíamos dominar que era imposible que el cansancio pudiese aparecer en nuestras piernas.



De este modo llegamos a la Hoya de la Mora siendo recibidos entre aplausos por algunos visitantes sorprendidos a nuestro paso, incluso alguno nos pidió permiso para fotografiarnos lo cual nos sirvió para sacar pecho y hacer mas universal si cabe el nombre de Las Verdes el cual gritamos con orgullo sin miedo a provocar ningún alud. Una vez que hubimos dejado atrás la Hoya de la Mora la carretera en un principio despejada comenzó a mostrarse en algunos tramos como una temida pista de hielo en la todos tuvimos oportunidad de demostrar nuestra pericia para mantenernos en pie. Al mismo tiempo y tal vez aquejado por la notoria falta de oxigeno a Antonio le brotó la vena militar y mientras algunos luchabamos para conseguir llevar ese poco oxígeno a nuestros pulmones él se empeñaba en entonar marchas militares llegando incluso a interrogándome acerca de cual era el himno de Infantería de Marina, como si yo en esos momentos no tuviese bastante con intentar mantener mi cuerpo derecho.


Por la pista de hielo con Borreguiles al fondo


La carretera seguía ascendiendo y la nieve cada vez dejaba menos trozos de asfalto sin cubrir hasta que este terminó por desaparecer completamente a la altura de Borreguiles momento en el cual nuestro entreno pasó de ser una tirada larga a combinar el alpinismo en el mas puro de sus sentidos ya que antes de darnos tiempo a pensar Antonio, quien si no, tomo las pistas de esquí hacia arriba ante nuestra sorprendida mirada. A partir de aquí y hasta llegar a La Laguna de la Yeguas cada uno ascendió como pudo. Hubo momentos en los que correr era factible, otros en los que debido a la pendiente sólo se podía andar y otros en los que simplemente mantenerse sobre la nieve sin hundirse por completo en ella se antojaba como tarea imposible. De este modo y tras casi dos horas de ascensión ininterrumpida logramos llegar a la cima siendo imposible finalizar la hazaña con un baño en la laguna toda vez que esta estaba completamente congelada o por lo menos eso parecía.

La gran esplanada blanca de detrás es la Laguna de las Yeguas


Tras las fotos de rigor, el cambio de impresiones y unos minutos de descanso para grabar en nuestra mente el paiseje que nos envolvía y como habíamos llegado hasta él emprendimos el camino hacia abajo llegando a la cabezera de las pistas momento que aprovechamos para la toma de algún alimento sólido cortesía de Víctor y de Antonio. Mientras Javi, Antonio y un servidor dabamos los ultimos bocados y decidíamos por donde bajar, Victor se lanzó por la pista hacia abajo a una velocidad endiablada así que tras mirarnos sorprendidos los tres que aún estabamos arriba, encojimos los hombros pensado aquello de "que nu nus pase ná" y nos lanzamos tras la estela de Victor que ya había llegado a Borreguiles y estaba tomando fotos de nuestra bajada. Desde aquí y hasta llegar de nuevo a Pradollano el camino fue bastante llevadero con un Víctor de nuevo intratable siempre en cabeza, al que consiguió dar alcance Antonio mientras Javi y un servidor quedamos mas atrás, el primero con algunas molestias en el pie y el segundo dando gracias al cielo de que todo lo que quedaba fuese cuesta abajo.

No sabría como describir lo que internamente viví ese sábado por la mañana y de ahí el título de esta entrada, lo que si tengo claro y es algo en lo que coincidimos todos los que estubimos allí, es que fué uno de esos momentos de la vida que quedan marcados a fuego en la memoria, que no se olvidan por mas que pasen los años.

P.D.: Dedicado a “nuestro líder” Jose Antonio para que vuelva a recorrer la Vega sin mas intención que disfrutar de cada paso. Y a nuestro combativo Antonio para que vuelva pronto a los caminos.

Crónica de la prueba de Santa Fé del GPF 2008 por Abel

Un año más, la carrera de Santa Fé, ha supuesto un magnifico colofón, a la temporada de carreras, del Gran Premio de Fondo de la Diputación de Granada. Sobre un trazado completamente llano, con largas rectas y pocos ángulos, que hiciesen disminuir la velocidad de crucero que cada cual era capaz de imponer a sus piernas y a su corazón, discurrió la carrera, bajo un acogedor sol otoñal y una temperatura perfecta para estos menesteres pedestres.
En los momentos previos, en los aledaños del estadio, se respiraba un ambiente casi festivo, con una algarabía de corredores, yendo y viniendo de los coches, desprendiéndose de la vestimenta de abrigo, comenzando su ritual, casi mágico, del calentamiento. Y es en esos momentos, cuando te asaltan las dudas, pues si bien tus piernas te piden “guerra”, ya se encarga tu cerebro de atemperar dichos impulsos, para tratar de llevar toda esa riada de adrenalina, por los cauces más razonables.
Ya sobre la línea de partida, esos breves minutos se hacen eternos, rodeado de toda esa marea de corredores, que cuando suena el pistoletazo de salida, te parece un muro infranqueable, que se interpone entre ti y esos 10 kilómetros que tratarás de liquidar lo antes posible. Y en esas estábamos José Antonio, Jesús, Javi, Gregorio, Mario, Mariano, Víctor, Daniel, Antonio, Pablo, Paco, José Manuel y yo mismo, cada uno inmerso en sus pensamientos y dudas, tratando de adivinar, cuando volviésemos a ese mismo lugar, en qué condiciones y con qué tiempo bajo el brazo lo haríamos.
La carrera discurrió con rapidez, como el trazado indicaba, con un par de cruces de la cabeza con el resto del pelotón, lo cual nos deja bien claro en qué posición estamos, a la par que uno disfruta viendo el discurrir de aquellos magníficos, que saben sacar de sus piernas, parciales kilométricos en el entorno de los 3 minutos….¡que fácil parece viéndolos desde lejos!
Yo no me resisto y lanzo algún grito de ánimo, a nuestros conocidos por esos lares tan avanzados, bien sean Francis Tovar, Jose (Oliver) o Daniel. Por supuesto también a Javi, que en uno de los cruces logré ver, como siempre con su tremenda sensación de potencia en el correr, no en vano ha sido capaz de marcar una media inferior a los 4 minutos por kilómetro, y es por ello que lo enviamos como embajador de lujo de “las verdes” a que deje nuestro pabellón bien alto en la próxima Media Maratón de Lorca. (Ya sabes Javi, por aquí te piden 1h24’….lo tienes en tus piernas)
Daniel como es habitual en él, se ha vuelto a salir, entrando algún minuto por delante de Javi. Por detrás entró Víctor, que tras la salida por Sierra Nevada del sábado (junto a Antonio, Javi y Onio) ha hecho un gran papel. Luego pasé yo y justo por detrás, el gran Lens, que ha sabido sacar partido a sus nuevas beasts, pues ha puesto el chip en su puntera, y alargando la pierna, ha marcado algunos segundos antes de que llegara el resto de su anatomía……jejeje. Bromas aparte, me quito el sombrero con la progresión de Jesús.
Antonio, ha acompañado a Pablo y a Paco, nuestro “compae”, que al entrar en meta gritaba: “he ganado a Antonio, he ganado a Antonio”. Como siempre tremendo nuestro Paco, que hoy “apadrinaba” con sus consejos al que a la postre ha sido el 3º en categoría junior, Francisco Ramirez, que entre gritos de ánimo y aplausos recogía su merecido y luchado trofeo en su segunda carrera, sencillamente impresionante, y desde luego si sigue con esa progresión, le auguramos un espléndido futuro.
José Antonio, decidió retirarse, no por problemas físicos, sino por discrepancias entre su mente y sus piernas. Esperemos que pronto logre esa reconciliación.
Aprovechamos para devolver el chip de la temporada de carreras, no sin algo de nostalgia, pues nos ha acompañado a lo largo de muchos kilómetros de sufrimientos y alegrías, a la par que recogíamos la bolsa del corredor, muy limitada y con las ya “detestables” e inútiles camisetas de algodón, que acabaremos haciéndose “trapos” para limpiar los cristales de casa.
El tercer tiempo comenzaba pronto, pues por allí apareció la esposa de Gregorio, con un tupper, repleto de jamón, obtenido, con el sudor de nuestro blogredor más famoso, en la nocturna de Atarfe, ¡menudo detallazo!
Este tercer tiempo, se ha prolongado por la zona de bares de La Chana, con la presencia ya de las respectivas “sufridoras”, así como Onio y su gestante esposa. Cada vez estoy más convencido, de que realmente corremos, para poder a continuación pasar estos ratos tan sumamente gratos.
No quiero dejar pasar la ocasión para mandar un mensaje de ánimo a Antonio, que sabe que todos estamos con él, y pronto lo tendremos dando guerra física y anímica.




Por supuesto, el hecho de que termine el GPF 2008, no significa que dejemos de correr ni de competir, os mantendremos informados de las salidas y carreras en que plantemos nuestras zapas.


Podéis disfrutar de la galería completa e fotos de la carrera en la parte superior derecha de la página, por gentileza del Compae Paco y de http://www.granadafotosfondo.com/

jueves, 6 de noviembre de 2008

FIN DE SEMANA ACTIVO


Compañeros el fin de semana se plantea activo. En primer lugar el sábado por la mañana hemos quedado, a las 8:00 de la mañana en Parque Lagos, para la expedición a Sierra Levada. La idea es salir, a esa hora, para después del cafelillo de rigor hacer la ruta desde Pradollano a Borreguiles, llegando hasta el radiotelescopio o la laguna de las yeguas, si fuese posible. Hay que venir preparados para el frío y las inclemencias del tiempo, es aconsejable ir bien abrigados, guantes, gorro y cortavientos, además de avituallamiento líquido.















En segundo lugar, el domingo estamos convocados a la última carrera del premio de fondo. La carrera de Santa Fe. Después de la cual hemos planeado, si os parece bien, ir juntos de tapas por la zona de la Chana, aunque, claro está, se admiten todas las sugerencias. Así que ya sabéis, si no nos vemos es porque no queremos. Personalmente espero que acudamos los más posibles, ya que a partir del martes, el que esto escribe (Antonio), va a pasar unas forzadas vacaciones atléticas, que me tendrán alejado del asfalto casi dos meses.




Por último, me han dicho que para el fin de semana ya será posible pasarse por Sport Garrido para ver y probarse las equipaciones, a ver si para la siguiente semana podemos hacer el pedido.Un saludo y espero vuestras opiniones y adhesiones.


martes, 4 de noviembre de 2008

¡¡ MARCHAMOS !!

Hace unos días, durante el transcurso de los primeros quince kilómetros de la Media Maratón de Granada me pasó una cosa muy significativa: disfruté prácticamente de cada metro del recorrido, corriendo más rápido que nunca en mi vida. En vez de sufrir, asfixiado y con el corazón a cientos de pulsaciones, me iba recreando en cada momento de un recorrido que, un año antes, me pareció infernal.

No llevo más que un año en esto de las carreras populares y, en la mayoría de ellas, sólo he estado concentrado en terminar, en llegar a la meta, cuanto antes mejor, por supuesto.

Fue curioso. Corriendo, recordé el célebre poema de Kavafis:

“Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca

debes rogar que el viaje sea largo,

lleno de peripecias, lleno de experiencias.

(...)

Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:

llegar allí, he aquí tu destino.

Mas no hagas con prisas tu camino;

mejor será que dure muchos años,

y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,

rico de cuanto habrás ganado en el camino.”


Quizá sea que, apretando los dientes, no me llegaba suficiente oxígeno al cerebro, pero el día qué más rápido corría fue, precisamente, cuando más disfruté del transcurrir de los kilómetros, sin obsesionarme por llegar al final de la carrera. Después, al terminar, decían los amigos de Las Verdes que se me veía exultante. Y era verdad. Por haber hecho un buen tiempo, por supuesto, pero, sobre todo, por haber disfrutado de esas sensaciones liberadoras durante la carrera.

No se trataba de ir mirando el paisaje o de recibir el aliento del público, que también. Se trataba de disfrutar con cada zancada, con cada respiración, con cada braceo de las manos. Esos kilómetros me sirvieron para recordar el gozoso Carpe Diem que la vida, tantas veces, nos obliga a olvidar.

Tendemos a trazar metas lejanas y ambiciosas, lo que está muy bien. Pero nos empeñamos en alcanzarlas demasiado pronto, demasiado rápido. Nos obcecamos y, sin sentido, vamos quemando etapas, sin disfrutar de las enormes posibilidades que las mismas nos ofrecen.

Cuando escribo estas líneas, me duelen todos los músculos de las piernas. Y, sin embargo, sólo tengo ganas de salir a trotar, de volver a sentir la tierra bajo los pies, respirar el aire de los caminos y disfrutar de la libertad de nuestros movimientos.

Siempre me gustó el célebre aforismo chino: “Hasta el viaje más largo comienza con un primer paso”. Ese primer paso adquiere, obviamente, una trascendental importancia. Pero, a partir de ahí, hay que concentrarse en el segundo, el tercero, el cuarto... disfrutando de todos y cada uno de ellos.

Es curioso. El día que más rápido corría, pensaba en disfrutar de la lentitud y la parsimonia de la vida. Y, paradójicamente, cuando flaqueaba, la leyenda “Buen día Caracol” me dio alas en la carrera. El caracol, símbolo del Slow Travel, del viaje tranquilo y gozoso. Que no monótono o aburrido. Muy al contrario, son la aceleración, las prisas y las velocidades excesivas las que nos hacen perdernos lo mejor de la vida.





Por eso, creo, ahora estoy preparado para afrontar la preparación de un Maratón, la prueba más dura, difícil y exigente del atletismo, modalidades extremas aparte. Tras llevar muchos años trotando como un jamelgo y habiendo atesorado una rica experiencia en diez miles y medias maratones, estoy dispuesto para el compromiso con los requerimientos de la reina de las carreras, la más complicada, la que exige mayores sacrificios, la que hace, definitivamente, que te consagres como corredor. Sin prisas, pero sin pausas, el idilio con el Maratón acaba de empezar.

De momento, no sé cómo resultará esta relación, en qué terminará desembocando. No sé si seré capaz de cumplir con sus exigencias y me dará todas esas satisfacciones que promete. Quizá, finalmente, puede terminar por darme calabazas, alejándome de su influjo.

Pero, en cualquier caso... ¡allá vamos! El camino está claro, la decisión tomada y la hoja de ruta, definitivamente trazada. Camino de ida. Sin vuelta atrás. Como decía Abraham Lincoln: “Voy despacio, pero jamás desando lo andado”.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.
http://pateando-el-mundo.blogspot.com/



domingo, 2 de noviembre de 2008

"Corriendo por el País Vasco" por Miguel Angel de Dios

Hola a todos!
Primero me presento, soy Miguel, un conocido (bueno... ya más amigo) de Javi. Soy un madrileño de raíces jiennenses y que por cosas de la vida vive en Guipúzcoa, para ser más específico en un pueblecito muy bonito que se llama Hondarribia.

A algunos creo que os vi en el MAPOMA, yo allí estuve animando de público. Y bueno, otro amigo de Javi (Manu) me ha animado a que os escriba para contaros como son las cosas por aquí. Yo llevo unas cuantas medias maratones ya a las espaldas (Copenhague-Malmö, media de Madrid, Behobia, etc.) y aunque me lo he planteado, el maratón queda todavía lejos. No sé si ya no os interesan carreras de media distancia, porque después del Veleta supongo que todo cambia, pero yo os voy a comentar un par de carreras que se hacen aquí en el norte que son preciosas.

Hoy os hablaré de la Donibane (San Juan de Luz - Hondarribia), la corrí el fin de semana pasado y estoy en condiciones de afirmar que es la más dura de todas en las que he participado. Los primeros 12 km son por la costa francesa y es una auténtica locura de toboganes, con algunas cuestas realmente duras. No es una media para hacer tiempo, es más, ganó un keniata (Bernard Mwangi) y tardó 1:11:36. El problema es que los primeros 10 km te notas bien, fuerte y de respiración sin problema, te dejas llevar por los paisajes donde se mezclan el mar, las rocas y el verde, iba realmente disfrutando, pero cuando llegas a Hendaya, en el kilómetro 12 aproximadamente, lo que me empiezan a fallar son las piernas, están como piedras y todavía quedan 9 km. Estos últimos kilómetros son por suerte más llanos y gracias a eso y a la cantidad de público animando terminé. Yo que en un principio quería bajar de 1:35, acabe con mi segunda peor marca 1:44:23.














Con todo esto, os invito a que el año que viene corráis esta media. Pretenden llegar a los 2000 corredores, así que es cómoda de correr, no hay agobio de gente y los paisajes son espectaculares. En semana y media tengo otra carrera, la Behobia-San Sebastián, esta carrera ya es otra historia, creo que es en la que más gente participa de España, unos 16000 corredores, pero lo más espectacular es la gente que hay animando. En ninguna otra carrera he visto algo parecido a lo que vi el año pasado. Os contaré la crónica de esta media después de correrla, ¡¡si es que me lo permitís!!

Un saludo a todos, y... ¡¡correr como nunca!!

Miguel desde Hondarribia