martes, 30 de junio de 2009

"Pasión por el Deporte: SALVA ESCOBAR" (Por Javi)

No es habitual individualizar en nuestra bitácora, pues en esencia se trata de una idea colectiva y colaboradora. De hecho, creo que nunca nos hemos centrado en la figura de ningún corredor en particular, ni popular ni de élite. Esta vez quisiera hacer una excepción. Permitidme que os presente a Salva:


Salva y servidor. Un día cualquiera en Almerimar...

Salva es, en líneas generales, un apasionado del deporte: carrera a pie, natación, ciclismo, otras disciplinas indoor, etc. Pero ante todo, se trata de un gran tipo. Una persona sana en todos los aspectos, riguroso, puntual, disciplinado, no exento de meticulosidad, si bien es de fácil y agradable trato. Atleta del club ejidense Chino-Chano, ejemplifica el perfecto compañero de fatigas, esa compañía que tanto se necesita en días en que no apetece salir a correr, en intempestivas tardes huracanadas o cargadas de sofocante humedad. Cuando el ánimo y el cuerpo están bajo mínimos y el entreno diario más parece un tormento que un placer, ahí emerge la figura del compañero con el que intercambiar impresiones, desahogarte o simplemente reirte para hacer el trayecto más llevadero.


A principios de septiembre, recién mudado a Almerimar, literalmente busqué a alguien para correr. Moví los hilos necesarios, hice llamadas, pregunté aquí y allá y se me abrieron varios frentes. Tenía que decidir por dónde ir, a quién pegarme, a sabiendas de que corría el riesgo de toparme con corredores eventuales, de esos que tienen mil y una excusas para dejarte tirado a la primera oportunidad. Yo buscaba y necesitaba continuidad, constancia para mis entrenamientos, cosa que no es nada fácil cuando cada año inauguras un nuevo lugar de residencia, con nuevas amistades y nuevas rutas. Encontré a Salva y desde entonces han sido muchas las tardes de entrenamiento compartidas, muchas zancadas por la costa de Balerma y muchos metros ascendidos por la sierra de Gádor, por no hablar de las series; sesiones de entreno que ya han quedado grabadas en la retina, tardes de inmenso sufrimiento y placer simultáneos: ¿recuerdas esos 20 x 500, esos 10x 1.000, esos 4x 4.000?

Gracias a él, a sus “rodajes alegres”, pero sobre todo, a su compañía, alcancé mi mejor pico de forma, mis mejores marcas y mis mejores sensaciones. Por supuesto, para llegar a ello trabajé duro, me esforcé con un rigor y una disciplina casi estoica, pero sé con certeza que no lo habría logrado corriendo solo. Pero como os decía antes, Salva no falla. Un escueto sms diciendo “a las 7 donde siempre” o un “OK” de confirmación han valido durante todo este tiempo para saber que ahí nos encontraríamos, que no correría solo y que la sesión se haría mucho más amena.

Sin embargo, la mejor conclusión de todo esto no es que consigas un compañero para correr, sino que esa figura se convierte en un amigo, alguien a quien parece que conociera desde hace años y con el que compartes vivencias y momentos muy gratificantes, sin excluir algunas verdes que otras. Además, me alegra sobremanera repetir curso escolar el año que viene en el mismo lugar, entre otras razones porque a partir del 1 de septiembre allí estará, seguro, en los “aparcamientos”, estirando, o haciendo abdominales en el paseo, Salva.
¡Compañero, ánimo! Te mereces este pequeño homenaje. Nos vemos en septiembre.

viernes, 26 de junio de 2009

"De vuelta a las andadas" por Abel




Hace unos días, cayó en mis manos, de manera casual, la imagen que abre la entrada de hoy. Y lo cierto es que, nada más verla de un vistazo, creí que se trataba de una simulación de todas las zonas del cuerpo, que antes, durante y tras la carrera, acaban provocando dolor en el corredor. (Una observación más detenida me hizo caer en la cuenta de que en realidad se trata de ejercicios de estiramiento, que tampoco están exentos de dicho dolor)

Y es que como bien sabéis, estoy tratando de retomar la forma física perdida, por los excesos gastroenólicos de los últimos meses, unidos al sedentarismo que en cuanto uno se descuida, acaba presidiendo nuestras vidas.

Si correr ya de por sí supone un esfuerzo considerable, que acaba sometiendo al organismo a padecimientos físicos, que el resto de mortales no corredores, no acaba a alcanzar, la idea de "comenzar de nuevo" todo el proceso de entrenar, hace que te plantees la opción de salir a la calle, con anestesia general.

Por hacer un breve recorrido anatómico, de las zonas del organismo expuestas al dolor, podemos comenzar por los pies, que desde uñas moradas por el derrame, hasta arrancadas literalmente, abren un universo de "placeres sado-masoquistas del corredor de fondo".

A continuación pasamos al talón, como el de nuestro Aquiles particular (prodigio de desorden anatómico de la caprichosa naturaleza, que realizó fracasados ensayos con sus talones) para ir surcando la planta del pié con nuestra querida, y a menudo eterna fascitis.

Iremos ascendiendo por el tobillo, no sin antes recordar sus torceduras y daños tendinosos en el Aquiles, hasta llegar vía espinillas, gemelos y soleos, emboscados siempre a la espera de "cazar desprevenido" al Compae Flores.

Y, por fin, llegamos a mis odiadas rodillas, impenitentes compañeras en el dolor pre, durante y post ejercicio. Tienen la particularidad de ser capaces de provocar dolor y malestar en su parte interna y externa, delantera y trasera, y por supuesto lateralmente.....¡¡vamos, unas joyas!!

Antes de alcanzar las caderas, que no solo sirven para emplazar las cartucheras de las mujeres, sino que pueden dejar en la estacada al implacable Daniel, pasamos por los cuádriceps y bíceps femorales, siempre cargados y siempre pendientes de estirarlos lo suficiente.

Ya estamos en el tronco y aquí se despliega toda una pléyade de dolores, desde el popular flato en uno, otro o ambos costados, hasta los retortijones de intestinos (a veces clamando por vaciarse, luchando implacables contra los esfínteres y apoyados por la fuerza de gravedad.....¡¡Gracias Newton!!), dolor de estómago, acidez,etc.

Hasta llegar a los hombros, cuna de algunos dolores por sobrecarga, tenemos la columna vertebral, capaz de producir dolor a todo lo largo y ancho de sus 75 cm, tanto de pié como sentados o tumbados, en reposo o en movimiento, ascendiendo o descendiendo pendientes.



Así que despues de este somero repaso, de todo aquellos puntos donde os puede doler y, con seguridad, os dolerán cuando os echeis a esos caminos de Dios a quemar "alpargata", os dejo para darme mi dosis de analgésico por vía tópica así como oral.

Tan solo espero no haber provocado en vosotros, con este alegato del deporte como forma de vida sado-masoquista, un terrible "DOLOR DE CABEZA", que solo faltaría eso.

Saludos!!

martes, 16 de junio de 2009

II MEDIA MARATÓN DE MONTAÑA LA CALAHORRA-PUERTO DE LA RAGUA / MULTICRÓNICA

La visión de La Ragua de un reciente Triatleta…….. (por VICTOR)



El recuerdo del año anterior de esta carrera era vago y las cicatrices que dejó habían quedado ocultas detrás de otras producidas por carreras más recientes (Veleta, maratón de Sevilla, 101 de Ronda, X-challenge de Marbella…) pero sabía que tocaría sufrir el domingo y eso fue lo primero que le dije a David cuando nos encontramos la mañana del domingo.

En la línea de salida apenas pudimos establecer una estrategia clara entre Javi, Antonio y yo, de tal forma que cada uno salió a su ritmo, encerrado en sus propios pensamientos y buscando sus sensaciones. Llegando a Aldeire veo delante a Nacho, uno de los amigos de las madrugadas, y hago un cambio de ritmo para correr junto a él, sé que es una buena referencia para mí, es un buen escalador y en la carrera reciente de las Fuerzas Armadas entramos uno tras el otro. Corremos juntos hasta el km 9 ó 10 pero al final las sensaciones de cada uno hacen que nos separemos buscando cada uno su propio ritmo. Los km de ¿trámite? van pasando con subidas más o menos intensas, llaneo e incluso un par de km de bajada, hasta que por fin veo la fatídica curva que te introduce en ese infierno de asfalto que tan bien describen mis compañeros en sus crónicas. Ahora empieza la verdadera Ragua- me digo- y los 2 siguientes km recuerdo haber visto a muchos corredores empezar a andar el año anterior así que adapto el ritmo a esas durísimas rampas e intento mantener fuerte la cabeza. Los km con esas pendientes se hacen largos, larguísimos, pero llego al 16 con la sensación de ir sufriendo menos que en 2008. A partir de aquí me encuentro en solitario y las tentaciones de andar me asaltan un par de veces pero soy consciente de que en estas carreras duras hay que superar estas crisis. Los km están señalados un poco arbitrariamente y de pronto me veo en el 21 pero, ¿Dónde está la meta? Aún nos queda casi 1 km, lo hago con lo poco que queda y con la seguridad de que ya no voy a parar. Entro en meta, 2:01:03, 20 segundos más que en 2008 pero me comenta Antonio que ha sido más larga. Satisfecho, sin ánimo de competir he mantenido o mejorado marca y la sensación fué de haber sufrido menos.




Empezando la historia por el final........(por Onio)










Nada mas cruzar la meta me dirigí hacia el puesto de fruta que había frente a mí. Allí encontré a Gregorio y a Jose Antonio descansando. Tras el breve “¿cómo te ha ido?” y algunos comentarios mas, Gregorio me hizo la gran pregunta:







- ¿Volverás?
- …………….tengo que pensármelo - contesté.


Pero para poder contestar a esa pregunta tengo que contar primero la historia de todo lo sucedido ese día y las semanas anteriores.



Tras mi vuelta a los caminos había ido cogiendo forma mucho mas rápido de lo que en un principio pensé. La principal causa de esa rápida recuperación se puede encontrar a las seis de la mañana un martes o jueves cualquiera por las calles de Granada en dirección, siempre, a lo mas alto. Pero en las dos últimas semanas había notado cierto bajón en mi forma que me tenía preocupado. Tras la carrera de Las Fuerzas Armadas, en la que sufrí un pajarón terrible y en la que si no llega a ser por David dudo que la hubiese acabado, volví a sufrir terriblemente cuando el grupo mañanero encaró la subida al Llano al martes siguiente. Estas dos pajaras tan seguidas hicieron que cogiese un poco de miedo ante la inminente subida a la Ragua y sobre todo me sembraron la cabeza de dudas haciendo que una y otra vez me preguntase si sería capaz de tan siquiera terminar.




Con todas estas dudas revoloteando en mi cabeza conducía el domingo por la mañana mientras con la vista trataba de identificar la cota donde dentro de unas horas esperaba estar. Ya una vez en La Calahorra todo sucede a gran velocidad, recogida de dorsales, desayuno, ungüentos varios por el cuerpo, alguien que sugiere calentar mientras otro le contesta que “pa´que, si te vas a hinchar” y sin darme cuenta me encuentro bajo un gran arco de color rojo junto a los que en las próximas horas serán mis compañeros de fatigas.


Bajo ese gran arco y justo antes de partir cambio algunas palabras con Gregorio.


--¿has entrenado a conciencia esta carrera, verdad Gregorio?.
--Pues si, pero esta carrera no se corre solo con las piernas, se corre principalmente con la cabeza.



Esas palabras resuenan en mi cabeza segundos antes de escuchar el pistoletazo de salida y es entonces cuando lo veo claro, es entonces cuando me veo solo en mitad de una plaza muda sin otra compañía que el sol que comienza apretar y pensando que hoy corro para mi, para demostrarme que soy capaz de llegar y que lo voy a conseguir. En ese instante suena un disparo y me pongo en marcha cruzando el gran arco rojo. Primeros metros a través del pueblo que nos dirigen a una inmensa recta de la que por suerte solo recorremos los primeros metros antes de desviarnos hacia los caminos de tierra. Voy muy tranquilo intentando no acelerarme para ello miro una y otra vez el pulsometro que me devuelve bajas pulsaciones y me da confianza. Aprieto un poco la marcha y en un abrir y cerrar de ojos me encuentro con las primeras rampas. "Ahora a mantener el pulso Antonio", y así voy subiendo despacito pero a ritmo constante. Noto que adelanto a mucha gente pero cuando llego arriba esa gente vuelve a adelantarme, intento ir tras ellos pero mi cabeza me dice que los deje, que hoy no compito con nadie sólo conmigo mismo así que vuelvo a establecer mi ritmo y trato de mantenerlo incluso cuando las cuestas me son favorables. El paisaje es asombroso, todo está verde y para colmo se escucha el fluir de un arroyo que discurre paralelo al camino y que cruzamos en un par de ocasiones. Vuelven a aparecer nuevas rampas y vuelvo a adelantar a mucha gente pero esta vez cuando llego arriba noto que me adelantan menos de los que yo he adelantado. Continuo con mi ritmo y me agrego a un grupo de tres compañeros alguno de los cuales recuerdo de anteriores carreras. Con este grupo llego a la parte mas favorable de la carrera y entonces noto que ellos suben algo el ritmo así que decido dejarlos ir, aprovecho para beber bastante agua y tomar un gel mientras busco con la mirada el terrible asfalto. Por fin lo diviso a lo lejos pero ya no le tengo miedo he ido aguantandome toda la carrera y a partir de ahí voy a darlo todo. Kilometro catorce, giro hacia la derecha y emprendo la subida. Comienzo a adelantar a gente pero a diferencia de antes ya no vuelve a adelantarme nadie. Me encuentro muy comodo con el ritmo que llevo y según voy viendo gente por la carretera voy intentando darles caza y lo voy consiguiendo. Los kilometros van cayendo y aún puedo mantener el ritmo, paso el 18, el 19, ¿el 15? "graciosillo", el 20, vamos Onio que solo te queda uno. "Ya lo veo, ahí está y tras esa curva tiene que estar la meta". Paso la curva y "¿dónde carajo está la meta?". Noto unos pasos detrás que aceleran "Ah no, ahora no me adelanta ni dios" aprieto el paso y ahora si, ahí esta el arco rojo.



Dos horas, once minutos y cincuenta y dos segundos mas tarde vuelvo a cruzar este arco tras recorrer algo mas de ventiún kilómetros. Atrás queda el que hasta la fecha para mi ha sido el recorrido mas bonito que he afrontado en una carrera y sobre todo me queda la sensación de que fui capaz, de que durante esos ventiun kilómetros no sucumbí nunca a la desesperación por llegar, de que disfruté todos y cada uno de los paso que di desde el comienzo hasta el sprint final.



Y ahora ya puedo contestar a la pregunta:
--¿Volverás?
--POR SUPUESTO.











"Así fue, a La Calahorra fui para subir"…(por Mario Zafra Jiménez)





… después de 21 km largos y durante 2 horas y 25 minutos, al puerto de la Ragua, situado en la parte norte de Granada y Sierra Nevada, sobre la cota 2000, dando categoría de alta montaña. Y fui después de negar más que San Pedro, que no, que eso no era para ir corriendo, y en esa negación se puede resumir mi primera media maratón del Puerto de La Ragua.



Con piernas no llegue para el reto, y en esas empecé a dar los primeros kilómetros, dirección a Aldeire, antes de adentrarnos en las faldas, de la sierra para "zigzaguear" con pendiente por pistas entre arboles y algún rio que cruzamos un par de veces, antes de llegar a la temida carretera en sus últimos ocho kilómetros.



Esos primeros quizás dos, tres o quizás cuatro kilómetros los hice con José Antonio al que deje ir, primero porque no podría seguir su ritmo, y una vez ya en las pistas y ver de qué iba el terreno empecé a planificar mi carrera. Puede ser que fuera una decisión cómoda, huyendo del sufrimiento y buscando el disfrute del entorno, la adoptada, torne el trote de corredor por un trote senderista rápido, es decir andar, en aquel terreno que era con más desnivel. Cuando el camino se significaba por menos desnivel, los hacía corriendo, a buen ritmo incluso, recuperando con dignidad lo perdido. De senderista hubo momentos que iba al mismo ritmo que aquellos que corrían, y hasta sobrepasar alguno en tramos duros, echaba de menos unos bastoncillos, me habrían venido bien de haberme atrevido a alguna trocha. El objetivo se iba mascando, llegar lo más entero al asfalto y allí llevar un mejor ritmo e ir corriendo, cansado no iba en exceso. Los dos o tres últimos kilómetros de tierra en falso llano, me dan animo, creo en llegar bien al asfalto, el tiempo me daba igual hace rato. En principio se agradece el asfalto, y a ello vamos, pero hay pendiente, y seguimos en lo mismo, mi particular carrera de relevos, andando y corriendo. Tras el paso por la carretera antigua, volvemos a la carretera, donde el piso es mejor, quedaran tres kilómetros, aunque de repente marca kilometro 15???? Vemos ya el hueco del paso de montaña, es un error, y el aire sopla en contra, pero ya estamos, así que apretar, habrá que esforzarse algo. Paramos cronometro en esas dos hora y veinticinco minutos. Tampoco ha estado mal. Ahora ya no negare de ella.


















LA RAGUA 2009 - “O cómo sucumbir de nuevo al gigante“ (por Javi)





















Muchas carreras he hecho desde la anterior de edición de la subida al puerto de la Ragua del año 2008. Muchos kms, muchos entrenos, logros y decepciones, y entre toda esta amalgama, un maratón, de cuya alargada sombra ya he hablado en otra ocasión. El caso es que de nuevo llegó el Espíritu de la Ragua, eso sí, arrastrando una ya casi preocupante falta de motivación y ambición por mi parte en todas las carreras anteriores. No obstante, la preparé, la entrené a conciencia, subiendo y llegando a hacer recorridos de montaña casi oníricos, escalando metros imposibles y enfrentándome en soledad a muchas rampas dantescas, como las definiría José Antonio.




“Al menos voy preparado”, me decia en los preliminares, pero una sensación implacable ya se había apoderado de mí: no sufriría como el año anterior. No. No agonizaría esta vez, si bien toda mi preocupación sería no pararme ni un solo segundo, no caminar ni un metro. ¿Contratiempos? Tuvimos calor, algo de viento, alguna molestia en el empeine izquierdo… trivialidades que en nada quedaban ante la rotundidad de mi determinación: mi cabeza había decidido no sufrir.



Y así lo hice. Partí a mi ritmo, dejé que mis referencias se desvanecieran en el horizonte, agaché la vista, sonreí y con la compañía siempre de una botella de agua -no me deshidrataría como el año anterior, que no abandonaría hasta sustituirla por otra en el siguiente avituallamiento, subí, bajé y volví a subir. Llegó el asfalto. ¡El temible y letal asfalto! Y me acomodé, bajé el ritmo, troté suave, dejé escapar a dos corredores que me acompañaban durante varios kms con una impasibilidad que hoy me duele, no luché lo más mínimo. Seguí corriendo, no me paré, cogí la sandía y la bebida isotónica sin detenerme un instante, escuché el canto monótono de las chicharras, dejé que mi cuello y brazos se abrasaran por el sol. Dos o tres veces alcé la vista para mirar al monstruo cara a cara, que son esas tremendas serpientes diabólicas del km 20, y ante mi evidente indefensión, el monstruo ni siquiera me embistió. El monstruo sabía que no tenía oponente, que vencería sin pelear lo más mínimo. Coroné en 2 horas y 2 minutos, restando 4 minutos al crono del año pasado.



Bajo la cresta roja del monstruo creí estar contento, creí haber dañado a la bestia… Qué iluso… Me había derrotado a mí mismo cuando el monstruo miraba a otro lado…¡ Qué heridas tan crueles, que incrementan su dolor con el paso de los días!

viernes, 12 de junio de 2009

“ VELANDO ARMAS” por Abel




Se acerca el día de la competición, tan solo unas horas me separan del disparo de salida y la suerte y la preparación que haya sido capaz de atesorar serán mis únicas armas para afrontarla con éxito.



Trato de no pensar en ello, pero la imaginación hace que mi mente recree cada zancada, cada respiración jadeante, cada dolor que irá apareciendo y desapareciendo de mi cuerpo, a lo largo de todo el recorrido.



Las dudas me asaltan, pues ¿estaré realmente tan entrenado como quiero pensar?, ¿reaccionará mi organismo bien ante el reto al que le someteré?, ¿el calor echará por tierra mis aspiraciones?, ¿lograré mejorar mi anterior marca?, ¿estaré a la altura de mis rivales de siempre?.....sin lugar a dudas, todas esas respuestas solo podrán ser resueltas en el momento de la competición, y ni un minuto antes.



Cuido mi alimentación durante estos días que preceden a la carrera, para tratar de llegar con los músculos a tope de energía, con la hidratación y los electrolitos en su nivel óptimo. Por tanto tengo que privarme del exceso de alcohol, sobre todo esas cervezas que con el calor, mi organismo me pide ingerir.



Aparto el entrenamiento intenso y lo sustituyo por algo de estiramientos y rodaje suave, tratando de descansar el mayor tiempo posible, aunque no siempre durmiendo, pues la mente se me dispara con sus cábalas respecto a la competición.



Es en estos momentos cuando pienso: ¿por qué he tenido que apuntarme a esta prueba, con lo feliz que soy yo entrenando tan ricamente? Y es que de nuevo la adrenalina de la competición, hace que busque esa sensación de esfuerzo, sacrificio y búsqueda de los propios límites de mi organismo, el cual me demuestra cada vez, que éstos puedo llevarlos un poco más lejos, si hago las cosas bien y con cabeza.



Simplemente pensar en el ambiente de compañerismo y camaradería que hallaré en los preámbulos de la carrera, hace que se despejen rápidamente los nubarrones de mis ideas negativas.



Tan solo me queda por repasar la indumentaria de la carrera y como una novia ante su día más soñado, preparo la vestimenta, el calzado, los accesorios, la comida energética, etc, con toda la minuciosidad que la situación requiere, pues con la emoción del momento, si lo dejo para última hora, puedo olvidar algo imprescindible e irreemplazable.



Me subo al coche, recojo a mis compañeros de fatigas y nos dirigimos al punto de partida de la prueba, ya no hay marcha atrás posible, pues la suerte está echada.





Ya solo queda ¡¡ DISFRUTAR!!

domingo, 7 de junio de 2009

UNA RUTA PARA EL RECUERDO (por Antonio).



La verdad es que hay veces que corres y otras que entrenas. Las dos actividades son muy placenteras, aunque el entrenamiento, dada su finalidad, requiere de una mayor fuerza de voluntad y compromiso, además de suponer un esfuerzo considerable.

El de hoy ha sido un entrenamiento muy exigente, quizás de todos los que he hecho en ruta, el más exigente. Pero no por eso ha sido difícil, todo lo contrario. Ha sido uno de los mejores entrenamientos que hemos hecho, en lo físico y en lo metafísico.

A las nueve de la mañana, Javi y yo, hemos salido de la Guitarra, en Cumbre Verdes, con la idea de llegar hasta la Cortijuela, de ahí al collado del Trevenque, bordeando el pico homónimo, descendiendo por el refugio Rosales, para llegar a la toma del Canal de la Espartera y volver hasta la guitarra. Creo que se llega hasta casi los 2000 metros de altura, pero si tenemos en cuenta el desnivel acumulado al que nos hemos enfrentado, éste superaría los 1500 metros. ¡¡¡La verdad es que suena duro, pero lo es aún más!!!

Al partir, las sensaciones eran muy buenas: hacía una magnífica temperatura; nos encontrábamos fuertes, y tantas jornadas de entrenamientos juntos han creado una complicidad atlética-festiva inmejorable entre nosotros. La idea era entrenar de cara a la Ragua y habíamos firmado un pacto de no agresión que nos ha ayudado en nuestro objetivo.

Al enfrentarnos a las primeras cuestas serias, aquella que nos lleva por encima del puente de los 7 ojos, le decía a Javi que el objetivo era terminar pensando que la Ragua era menos de lo que teníamos por delante. Aunque sabéis que soy dado a las exageraciones, ha faltado poco para cumplirlo.



Al llegar a la Cortijuela, nos deleitamos con sus frescas aguas y seguimos ascendiendo, ahora hacia lo desconocido, porque a pesar de conocer, en teoría, el recorrido, no sabía por donde discurría exactamente. Perdernos entraba en mis cálculos. Para rebajar la tensión bromeábamos sobre la serie de un aventurero que enseña como sobrevivir en ambientes hostiles a base de gusanos de cadáveres y otras delicias gastronómicas.


Cuando estábamos coronando, muy cerca del Trevenque, nos alegramos de que terminasen las subidas, pero eso sí, la ascensión murió matando con dos rampas de infarto. Justo antes de coronar, nos cruzamos con dos mujeres, que al igual que nosotros, iban corriendo sólo que haciendo el recorrido inverso, al verlas y comprender lo que habían hecho les aplaudimos y animamos. De ahí comenzamos a bajar y la conversación volvía. Habíamos subido practicando una tensión constante sobre nuestro ritmo, que sin ser abusivo, hizo que en momentos fuésemos muy alegres.


Las Bajadas requerían de cierta pericia pues eran muy empinadas, pero bajar siempre es bajar y otra vez, tras salir de la desolada y alta montaña, el bosque, el verdor casi ofensivo y el agua nos volvía a acoger. Así, llegamos a la toma del Canal, donde el bramido del agua nos poseyó de tal forma que acabamos en la pequeña presa zambulléndonos totalmente.

El baño frió nos dejó totalmente nuevos, parecía que no habíamos hecho nada y con estas buenas sensaciones afrontamos la vuelta del Canal. Al principio todo fue bien, el clima seguía estupendo, estábamos reconfortados y el terreno, aunque técnico, se hacía llevadero. Pero aquí habíamos venido a sufrir y de ello se encargó la segunda mitad del recorrido del Canal, con especial saña en los famosos y temidos arenales. Menos mal que las vistas nos alegraban. Desde la pista forestal hasta el coche fue un agradable paseo, en el que todavía nos costaba asimilar lo que habíamos hecho.


Las sensaciones, con unas buenas y frías verdes en la mano, no podían ser mejores. Hemos entrenado muy bien para la Ragua, hemos compartido una mañana increíble, las imágenes de los paisajes todavía me asaltan, y me siento más corredor y más cerca de la naturaleza.

viernes, 5 de junio de 2009

Crónica del GPF Órgiva 2009 por Mario Zafra



Hoy tocaba correr en Órgiva y Lanjarón, salida desde la primera, llegar a la segunda para volver a la primera, total 18 kilómetros y 500 metros. Órgiva se encuentra a unos 450 metros de altitud sobre el nivel del mar y Lanjarón en torno 725 metros sobre el nivel del mar, a un lado la sierra de Lujar al otro el pico del Caballo.

Hace dos años, en el 2007, ya hice esta carrera, buenos recuerdos tenia de ella. Su recorrido, primero hacia arriba, luego para abajo... no es estrictamente así, ofrece más variedad sus 18 kilómetros largos de ida y vuelta.

Pasadas las diez y media se dio la salida, con la sensación de que éramos menos de los que deberíamos, hubo división con la carrera de las Fuerzas Armadas, aparte de alguna más como la subida a la Sagra.

El comienzo es descendente, hacia la carretera, apenas 200 metros. La ascensión comienza al poco, al pasar el puente sobre el rio, creo que el Guadalfeo. Estos primeros pasos los comparto con Antonio Luis, "Erleón", aunque inmediatamente cada uno se acomoda a su ritmo con las primeras rampas. Los primeros cinco kilómetros creo que son los más duros de la ascensión, tal vez por continuada, y en ello me fijo llevando un ritmo adecuado que no desgaste. Bien señalados los kilómetros, y voy comprobando que voy por debajo de los 5 minutos el kilometro. El primer avituallamiento de agua esta antes del kilometro cinco


A lo lejos veo la acequia que cruza por encima de la carretera. Ahí debe de estar el kilometro cinco y un descanso en la subida. Así es, marco 24 minutos. No acelero el ritmo, prefiero recuperar, me adelantan aquellos que había dado cuenta un poco antes. Lo prefiero así, se que quedan cuatro kilómetros y hace calor, aunque el aire se agradece enormemente en algunos trozos de la carretera. Es ligera bajada, falso llano, luego no será así. Al kilometro prosigue la ascensión, así hasta la curva que nos deje ver por primera vez Lajarón. Paso el kilometro 6, 7, 8 y seguimos por debajo de los cinco minutos, y la cabeza empieza extrapolar tiempos. Por debajo de la hora y media. LLegamos a esa recta que nos llevara a Lanjarón y a lo lejos empezamos a ver que pronto nos cruzaremos con la cabeza de carrera. Paso la venta que hay a la salida de Lanjarón que casi coincide con el cruce con los primeros, van rápido, pero también están ya de vuelta, para abajo. Ahora si he cogido algo más de ritmo. Veo el kilometro 10 marcado, pero aun no he llegado al 9, queda poco para dar la vuelta, curva y entramos en Lanjaron, es cuesta arriba hasta dar la vuelta. Mitad de recorrido menos de 45 minutos, entre 43 y 44, ahora debo de tardar menos. Me destaco de mi grupo, ese en el que se encuadra uno en la carrera inconscientemente. Ahora el camino debe de ser favorable. Los primeros metros a recuperar.

Salida ya de Lanjarón paso por la venta, y cogemos un vaso de limonada para reponer, hay que agradecer el detalle. Pasamos el kilometro 11 y la euforia me atrapa, y hace lanzarme a tumba abierta, las piernas lo permiten. Llega el falso llano, antes del que queden 5 kilómetros, se hacen insufribles los últimos metros hasta llegar a la acequia donde marca el kilometro cinco, el aire se ha parado y ese falso llano es todo pero sobre todo falso, como un mal amigo. Aun así, si creerlo, sufro y me mantengo. Ya es descendente el camino que nos queda pero esa tumba abierta es más relajada y los primeros metros los dedico a recuperar. Lo peor paso creo, queda la última recta que lleva a meta, 100 o 200 metros, es ascensión. Ahí está, pero no tengo fuerza para esprintar como es costumbre y me gusta, acelero poco el ritmo Tiempo 1 hora 27 minutos, y segundos, mejoro 40 segundos respecto hace dos años, ahí estoy, ni para atrás ni para adelante, mismo tiempo casi en subir que en bajar. Satisfecho por haberla hecho, y mantener....el día que yo me ponga veremos.
--

Mario Zafra Jiménez

miércoles, 3 de junio de 2009

"¿QUÉ ME PASA, DOCTOR?" por Jesús Lens

Peter Bogdanovich dirigió en 1972 la estupenda, caótica y divertidísima ?What?s up, Doc??, una película en la que un serio y sesudo profesor se da de bruces con una alocada mujer de fuerte carácter, generándose una disparatada trama que se basaba en dos premisas: la batalla de los sexos y la atracción por la irresponsabilidad.


Y aquí estoy yo, un Ex-Verde, retrepado, con las piernas cansadas y doloridas después de hacer unos 15 kilómetros, pero sintiéndome más perro que nunca.


Desde hace unos meses, tengo una batalla contra mí mismo que me tiene de lo más inquieto: no quiero competir.


Es decir, quiero, pero no lo hago.


Lo cuál es doblemente absurdo porque, en nuestras carreras del Circuito de Fondo de la Diputación, no competimos contra los demás, excepción hecha de algunos piques honrosos y creativos, sino que competimos contra nosotros mismos y contra ese gran tirano que es el tiempo.


Entonces, ¿por qué llevo rajándome, sin aparecer en la línea de salida de tres de las últimas citas que teníamos convocadas? No fui al Padre Marcelino, dejé tirado a Álvaro en Huétor (y mira que me arrepentí, por tantos y tantos motivos...) y, la última espantá la di el pasado domingo, no compareciendo ni en Órgiva ni en Las Dos Colinas, para las que estaba debidamente inscrito.


Y no es que esté excesivamente pasado o falto de forma, que tras recuperarnos de la Maratón, las dos carreras en que he participado no me han ido mal.


Pero cuando llega el momento de ir a la carrera... me quedo en casa. Y luego salgo a correr aparte, haciendo mi recorrido de siempre. Y, encima, echo de menos el ver a los colegas de Las Verdes y al resto de amiguetes corredores.


Por todo ello, pregunto: ¿qué me pasa?


Porque peor aún es el otro síntoma: sin estar preparado, habiendo corrido una distancia del entorno de los 15 kilómetros sólo dos veces en las últimas semanas y después de quedar desfondado el pasado domingo por meterme 20 kilómetros llanos... tengo ganas de apuntarme a demencias como la Media Maratón de Montaña de La Ragua en la que, debidamente entrenado, casi reviento el año pasado.


La atracción por la irresponsabilidad, o sea.


Y, así, tengo que repetir la pregunta: ¿Qué me pasa, Doctor?


Jesús Lens, dudoso-perplejo.