viernes, 30 de julio de 2010

IRON MAN ZURICH 2010 (Por Victor Bernier)









Zurich, 25 de Julio de 2010. Son las 4 de la mañana, el despertador ya suena, es el gran día: mi primer Iron Man. Estoy con mi amigo de toda la vida David, mi “socio triatleta” desde que empezamos en este negocio hará un año. Atrás queda un año de entrenamientos exigentes, primero para el maratón de Londres, terminado en Abril, pero sobre todo centrado en el Iron Man.

Pese a habernos acostado pronto apenas he podido dormir una hora. Va a ser un día muy largo. Bajamos a desayunar en el Hotel, el comedor está repleto de triatletas. En nuestra mesa una brasileña (Arieni), es su quinto Iron Man, le comento lo de no haber dormido, me intenta tranquilizar pero la noto también nerviosa. Al lado una mesa de alemanes que habíamos conocido el día anterior, el ambiente es muy bueno, lo más parecido a una tropa que va a pelear unida en una batalla. No somos competidores en sentido estricto, cada uno va a luchar contra la distancia que tenemos que superar dentro de su propio nivel, todos perseguimos lo mismo, sentir que podemos vencer lo inimaginable, demostrarnos que realmente no conocemos nuestros propios límites físicos.

Volvemos a la habitación a recoger nuestro equipo, las bicicletas ya están preparadas en boxes desde el día anterior. Tenemos un pequeño percance con el autobús, que se equivoca de puerta en el Hotel y se marcha dejando en tierra a unos 30 competidores. La gente se pone muy nerviosa y comienzan a llamar taxis, pero nosotros nos quedamos con un pequeño grupo en el que una chica holandesa resuelve el problema con la organización consiguiendo un nuevo autobús. Con todo esto llegamos justitos a boxes para dejar el equipo, enfundarnos el neopreno y colocarnos en la salida.













Estamos bastante atrás. Miro al cielo, son las 7 de la mañana, es un amanecer despejado después de 2 días de lluvia, anunciando un día espectacular. Miro hacia la primera boya, está realmente alejada, por un momento pienso en que nunca antes he nadado tanta distancia como la que tengo que recorrer. Anuncian la salida de los profesionales, nosotros saldremos 5 minutos después. Vamos entrando en el agua, tenemos que ir nadando hasta una línea marcada con una cinta pero antes de que podamos alcanzarla dan la salida. Empiezo muy tranquilo, buscando acompasar lo antes posible la respiración con el braceo. Enseguida encuentro buenas sensaciones. El alto número de participantes hace que estemos rodeados y se provoquen patadas, agarrones, manotazos o que alguna vez se ingiera una bocanada de agua cuando “asomas” a respirar. Intento no cebarme con estos contratiempos, en definitiva son parte integrante en una competición de triatlón. Voy alcanzando las boyas sin desviarme mucho marcando un ritmo muy bueno para mí. Llego al final de la primera vuelta y al incorporarme me sorprendo al encontrarme con Servando, de mi club. Entonces es cuando me doy cuenta por primera vez que estoy llevando un ritmo bueno. Entro en el agua con el temor de que los metros van a ir pesando pero sigo a lo mío y me sorprendo: no tengo sensación de cansancio y soy capaz de mantener el ritmo que llevaba (¿será el neopreno nuevo?). Marco un tiempo final en natación de 1:20:49.

Llego a boxes, siento una euforia incontrolada que me hace gritar “son las 8 de la mañana y ya nos hemos desayunado 3.8 km de natación!”. Hago una transición demasiado lenta (8 minutos), no me preocupa el tiempo. Salgo en la bicicleta, quiero buscar un desarrollo cómodo pero vigilando que la velocidad no caiga demasiado de los 30 km/h. Enseguida recibo los ánimos de Carmen y los padres de David “Tiburón” Tapia. La primera parte es muy llana, rodeando la ciudad por la zona del lago Zurich. Son 30 km en los que resulta fácil rodar a velocidad relativamente alta. Me sorprende ver tantas bicicletas de contrarreloj (“cabras”), imagino que Cancellara tiene mucho que ver en la proliferación de tanta CERVELO. La gente en general va lanzada, llevo una media de 34 km/h y no dejan de adelantarme corredores. Llegamos al primer avituallamiento y tomamos un desvío que nos aleja del lago hacia unas pequeñas localidades con unos paisajes que nos dejan boquiabiertos, prados verdes donde abundan vacas y unos pueblos con ese toque transalpino espectacular.













Se ha terminado la parte llana, subimos a una primera cota relativamente fácil para a continuación entrar en una parte rompepiernas en la que no se puede quitar plato si no quieres perder ritmo. Esta parte supone unos 20 kms más de recorrido hasta afrontar el puerto más duro del recorrido, 5 kms de una subida sin descansos, con unas pendientes que obligan (al menos a mi) a quitar el plato y levantarme varias veces en la bicicleta. Finalmente entramos en otra parte de subida más suave hasta coronar en Forch y comenzar un descenso vertiginoso que nos devuelve a la parte llana que rodea al Lago. Después de 15 kms adicionales entramos en Zurich de nuevo y subimos un puerto corto pero durísimo (“Heartbreak Hill”). Son 2 kms donde la gente hace pasillos a los corredores, corren a tu lado como en el Tour, agitan banderas, suenan cencerros, campanas, carracas… las piernas con tanta animación se van solas!. Poco más adelante se gira y se completa la primera vuelta de la bicicleta (90 km). Consigo meterla en 3h:05min (“vas bien”, me digo).
Comienzo la segunda vuelta y pese a haber ido reservando noto que estoy bajando un poco el ritmo respecto a la vuelta previa. Pienso en la alimentación pero el estómago duele como si llevase dos piedras dentro. Intento morder un sándwich, pero no entra. Llego al primer avituallamiento y me paro a obligarme a comer ese sándwich. Son unos minutos de parada en los que aprovecho para vaciar vejiga y beber agua. El estómago no termina de ir así que continúo a lo mío. En esta segunda vuelta se nota a la gente mucho más tranquila en la parte rompepiernas y en las subidas. Esporádicamente se va viendo también a gente que ha calculado mal y van rotos. En la segunda subida (km 150) me adelanta el Chico, que viene cantando muy animado. Vamos un rato juntos pero por el temor a que nos sancionen le digo que se marche, que ya le intentaré dar alcance en el maratón. Termino la segunda vuelta en 3:30 para marcar un tiempo total en el segmento ciclista de 6:35:50 (27,5 km/h).










Hago otra transición más bien lenta y voy mentalizándome para la carrera a pie. Es el segmento donde más experiencia tengo, antes que triatleta he sido corredor, mis piernas atesoran ya 4 maratones, aunque lógicamente nunca he hecho una después de nadar 3.8 km y 180 km de ciclismo. Me cruzo con Chico en boxes y me da un abrazo (“vamos Chico!” le digo). Empiezo a correr a un ritmo asequible de 5:15 min/km, las piernas no parecen ir demasiado mal. El circuito es muy plano y está abarrotado de público. Nos vamos cruzando con otros corredores, algunos ya están incluso terminando. Al primer conocido que veo es lógicamente a Chico, me dice que tire yo, intento adaptar el ritmo pero es complicado, así que me marcho. Me cruzo con David Valverde, me lleva unos 3 km (15 min), nos damos ánimos mutuamente. Termino el primer diezmil en 52 minutos pero me veo aún lejos de meta.





Hago un par de kms más y en una pequeña subida de un puente caigo en la tentación de frenar y empezar a andar y correr. No tengo sensaciones tan malas en las piernas como para dejar de correr pero la cabeza ha dictado sentencia en ese momento, la tortura mental ha comenzado. Empiezo a correr y andar hasta que veo los colores del club un poco delante: es Servando. Lo alcanzo, él va con una vuelta más y vamos animándonos los dos corriendo lo que podemos, andando en los avituallamientos, pero no termino de ir, así que al final en una parada mía veo que se marcha. Me cruzo de nuevo con David en la segunda vuelta, para mi sorpresa compruebo que solo me lleva 1 km y me anima a que corra para darle alcance. Así ocurre en el km 17 poniéndonos los 2 a andar (él va acalambrado). Vamos andando varios kms y yo noto que cada vez estoy más mareado, oigo voces lejanas, estoy vacío. Decido parar en un avituallamiento e ingiero todo lo que tenía que haber comido en la bicicleta y no entraba. Al poco rato empieza a ir otra vez la cabeza, empiezo a percibir otra vez donde estoy, vuelvo a recuperar el humor y el ánimo. Doy alcance a David de nuevo y andamos los dos juntos otra vez. Aparece Juanjo con su marcha invariable, nos dice que le sigamos, pero seguimos andando. Aparece algo más tarde Chico (km 29), me pongo a correr a su lado y noto que voy, así que retomo la carrera y me marcho hacia delante. Continúo y ya empiezo a sentir la meta cercana, no puedo parar. Hago la última vuelta a un ritmo lento pero bastante constante. Voy animándome y emocionándome a medida que se acerca la meta, me acuerdo de mucha gente que me ha apoyado, de que ni siquiera yo estaba convencido de que terminaría, de mi padre fallecido hace unos meses. Llevo su medalla, me bajo el mono para sacar la medalla y dedicárselo a él y a mi mujer…entro en sprint emocionado, soy un FINISHER!.


lunes, 5 de julio de 2010

GPF Río Dílar por Mario Zafra




Pocos, muy pocos por no decir ninguno, VERDES se congregaron hoy por Gojar, donde tuvo lugar la salida y llegada de esta prueba llamada Rio Dilar. Y sí por mi fuera, en físico estuve pero en cabeza nada de nada, y no me voy a excusar en la dureza de la prueba, que la tiene, es que hay días que no y es que no. No voy a razonar esta pájara por las cuestas para arriba, puesto que todas las hecho y bien. Pero cuando la desgana se siente en las cuestas para abajo ¿qué es lo que ha sucedido? pues nada, una pájara y punto, si a Javi le daba risa ponerse tras un número a mi me dio una pájara.


Este año el recorrido era Gojar-Dilar- Otura - Ogijares - Gojar.
La salida es cuesta abajo ligeramente con alguna subida dirección Dilar, en principio bien, y bastante bien la subida a Dilar que se hacía dura, destacando con los corredores que iba en ese momento. Desde Dilar hasta Otura cuesta abajo, amplio terreno para recuperar, con llano pero siempre tendiendo a bajar. Todo lo ganado en la subida a Dilar, se esfuma, me dejo caer si apenas esfuerzo, y tomar cola de todos los corredores, quizás para recuperar o no gastar demasiado para la subida de Loma Linda y a Gojar de nuevo, pero no voy. Llegado el km 10, justo en la vía de servicio de la autovía, decido parar para continuar andando, porque si.


Como es normal, la serpiente de corredores no para y van pasando, algunos dan ánimos, que no pare... mi respuesta es sencilla "no tengo ganas, voy bien". No más de un kilometro dura esta actitud, para retomar el trote, y parece que con ilusión, pero es un espejismo. Hago la ascensión a Loma Linda y los Ogijares dando cuenta, porque no escribirlo, de bastantes corredores que en mi paseo dieron cuenta de mí.
Pero otro pequeño descanso, ya en los Ogijares, un falso llano, y de nuevo a pasear andando. Así hasta que se adivina la última subida hasta Gojar y con el agua agradecida de un vecino con manguera en mano retomo la carrera ya hasta la línea de meta. Al final 1 hora y 20 minutos para poco mas de 15 km.


En la llegada de regalo un libro titulado "EL PAIS DE ABEL" sandia para refrescarse y la camiseta de costumbre.


En fin solo decir que de las peores se sale para disfrutar de las mejores.