Y lo pensaba en clave matemática. Algo así como que es una carrera cuya mitad no es igual a la equidistancia entre los puntos de salida, giro y regreso. O algo por el estilo. Pensamientos lógicos por otra parte, y no fruto del desvarío o la deshidratación, en un día tórrido como pocos llevamos este año. Lógicos porque buena parte de los primeros nueve kilómetros de la carrera son de subida. Y, por tanto, los nueve kilómetros de vuelta, descendentes, se harían mucho más rápidos y veloces. No. La mitad de la carrera no estaba en el kilómetro nueve…
Y así habrá sido para buena parte de los contendientes en la competición. Por ejemplo, mi amigo Javi, cuyas dudas y recelos ante la dureza del recorrido quedaron rápidamente sepultados por ese ser suyo tan canino (voraz carne de perro), le quitó unos diez minutos a su tiempo en la segunda parte de la carrera, haciendo un vertiginoso descenso.
Yo no fui capaz.
Y no será que no le puse empeño, haciendo un par de kilómetros más cerca de los cuatro minutos que de los cinco… pero dio igual. Aún cuando la carretera picaba para abajo y mi larga zancada me debería haber permitido restar tiempo al crono, el hecho es que no dejaron de adelantarme corredores de todos los géneros, edades, estilos y extracciones. Les escuchaba acercarse, les veía adelantarme y les perdía de vista, rápidamente, tras una curva, un recodo de la carretera, siguiendo su estela en lontananza.
Intentaba correr por debajo de cinco minutos el kilómetro… y no podía. Y aún así, estoy contento.
Porque la Órgiva-Lanjarón-Órgiva es una de las carreras más duras del Circuito de Fondo de la Diputación granadina, porque hace mucho que no compito con regularidad, porque mis “entrenamientos” son un puro cachondeo y porque estoy a menos de un mes de que el Viejazo me caiga encima con toda su saña y crueldad. Y aún así, ahí hemos estado, batiéndonos el cobre y dejándonos los gemelos y los isquiotibiales en las duras carreteras alpujarreñas, con las nieves de Sierra Nevada como testigo y con multitud de nativos, visitantes y turistas animando por las calles de los pueblos.
Una carrera tan dura como bonita, de las que te obligan a sacar lo mejor de ti mismo, muy bien organizada y con una excelente Bolsa del Corredor que incluía una extraordinaria y molona camiseta técnica de color negro ribeteada de amarillo.
Aunque hemos hecho algún 10.000 previo, ésta ha sido mi primera carrera en serio del año. Y aunque hemos quedado horrorosamente clasificados y el ritmo de 5,05 no es como para sacar pecho, el haber sido capaces de completar sus 18,5 kilómetros de recorrido -y poder estar aquí contándolo- nos llena de orgullo y satisfacción.
¡Con qué poco nos conformamos algunos!
Jesús Lens Espinosa de los Monteros, jodido, pero contento.
http://www.granadablogs.com/pateandoelmundo/