domingo, 25 de enero de 2009

CUMPLIMOS LO PROMETIDO: LA REALIDAD DEL MARATÓN

(por Antonio)

Amigos ya está, el maratón está un poco más cerca y parece, desde esta perspectiva un poco menos fiero y es, desde luego, menos temido. Hoy creo que hemos realizado uno de los mejores entrenamientos que he hecho nunca para un maratón, hemos hecho 31 Km a 4.40 min/km, tal y como habíamos acordado.


La sesión comenzó en el cine, allí nos relajábamos viendo una película, por cierto muy buena “Bienvenidos al norte”, mientras en la cabeza persistía una pequeña luz de aviso sobre lo que nos esperaba al día siguiente. A las 2:30 de la mañana, gracias a la ayuda de la farmacología, lograba caer en un sueño profundo y reparador, del que me desperté como el niño que va de excursión. La rutina del corredor tan bien asimilada de desayuno, ungüentos, ropa, camelback, servicio y ya me encontraba listo para encaminarme hacia la Inmaculada, a esperar a mis compañeros de aventuras. Allí, puntual, estaba Javi, con el que compartí un cafelillo y salimos a esperar al resto. Cuando estábamos llegando a la Inmaculada, vimos un grupo nutrido de corredores y nos quedamos impresionados, pero ¿quién ha venido? ¡Vaya quedada! Al acercarnos nos dimos cuenta que de nada los conocíamos, pero detrás de ellos, al fondo, estaba Víctor esperándonos. Comenzamos a prepararnos y a darnos cuenta, poco a poco, de que allí no aparecería nadie más, ¡joder no apareció ni el gorrilla! Cariacontecidos y con un cierto sentimiento de soledad colectiva comenzamos la marcha.


Los primeros Km, la vuelta al circuito de la Puleva, se pasaron volando y nos dábamos cuenta de que íbamos a intentar muy seriamente cumplir las promesas de ritmo y de distancia. Así, en la conversación y en el trote completamos los primeros 9.5 km, aprovechando, en ese momento, para soltar los guantes en los coches y reidratarnos, pues el sol aparecía y el día estaba perfecto para correr. Las sensaciones no podían ser mejores, habíamos corrido fácilmente ese comienzo y nos encaminábamos hacia Pinillos. Sería por la sensación de dejar atrás esos buenos momentos o los coches, centros de aprovisionamiento y descanso, pero un silencio se adueñó de nosotros en el que todos pensábamos lo mismo: ahora empieza lo duro. Encontrarnos con Roberto y charlar un poco con él, rompió esas sensaciones, momentáneamente.


Tras sortear el tráfico, llegamos a la ruta del colesterol y nos cruzamos con muchos corredores: solos, en grupos, lentos, rápidos, en fin, para todos los gustos. Los Kms seguían pasando bajo nuestras zapas y se confirmaban las sospechas, el ritmo se aceleraba paulatinamente. Curiosamente habíamos hecho un reparto figurado: Yo tiraba en los 10 primeros, la Vuelta en la Puleva; Javi en la subida a Pinillos y Víctor, el demonio de las cuestas, nos guiaría hacia el fin. Pues bien, aunque no fue siempre así, el que lo cumpliésemos casi fidedignamente nos ha permitido llevar una velocidad siempre alta, pero sin ser agónica, ni demasiado exigente. Llegando a Pinos tuvimos las primeras pruebas de lo que, por momentos iba a ser el entrenamiento. Conscientes de que había que apretar para lograr el objetivo, comenzamos un mano a mano Javi y yo que nos hizo sentir algo más que vivos. Aunque claro, los dos sabíamos que a la vuelta lo pagaríamos. Llegamos a Pinillos, nos avituallamos, estiramos, nos enfriamos (joder la temperatura había variado en más de 5º desde que dejamos los coches) y vuelta a comenzar persiguiendo el trayecto final.


Si antes dije que íbamos a pagar el cambio de ritmo final, no sólo me refería a nuestro desgaste, que también, sino que al comenzar la bajada Víctor asumió su papel y comenzó a marcar ritmos de 4.20 y por debajo. Aunque intentamos ir más despacio el demonio de las bajadas nos había poseído y ya no había vuelta atrás. Hubo, casi al final, un nuevo hecho que resaltar. Por necesidades fisiológicas tuve que pararme para hacer algo que sólo yo, o en su defecto una sonda gástrica, tenía que hacer. Aquí se produjo un pequeño cisma: Javi se quedó a esperarme y Víctor, tras pensárselo un poco, decidió tirar, porque, según él, se iba a quedar atrás ¡qué coño! aprovechó el tío para tirar como alma que lleva el diablo. Al incorporarme y contarme Javi las novedades, dije: a por él, y salimos, Javi y yo como dos perros de presa detrás del rastro del de la Zubia. Aquí comenzó lo mejor, de nuevo Javi y yo apretando el paso, marcando ritmos de 4 y por debajo de 4, sufriendo, pero pudiendo mantenerlos y ganando confianza de cara a la media y al maratón: si somos capaces de hacerlo ahora, posiblemente lo podamos hacer en el maratón. A pesar de ello, no pudimos, siquiera, ver a Víctor, al que sólo cogimos tres Km después de comenzar la persecución y porque se esperó en Puente Verde. Desde allí fuimos a la Inmaculada, soltando las piernas. Al llegar revisé mi cuerpo y mis sensaciones, al igual que mis compañeros y, claro está, comparamos con la anterior vez que hicimos ese recorrido. Conclusiones, 8 minutos menos y terminamos mucho más enteros. Imposible obtener mejores sensaciones de cara al maratón.


Al terminar, lo de siempre, que no por rutinario es pesado, más bien todo lo contrario, unas cervezas comentando la jugada con un invitado de lujo José (Oliver), el que además de correr como un galgo, es una fuente de sabiduría atlética. Por si fuera poco, al llegar a casa me encontré con una riquísima paella que me había hecho mi media.


Ahora vienen las cábalas, a las que ya sabéis que soy tan aficionado. Poco antes del Mapoma hicimos este mismo recorrido, dándolo todo también. Pues bien, en aquel entonces nos salió una media de 4.56 el Km. En el maratón pude sostener un ritmo de 20 segundos menos. Hoy nos ha salido un ritmo de 4.40 clavado, terminando menos cansado que la primera vez. En el maratón de Sevilla espero bajar ese ritmo 15 segundos, a 4:25. Qué, cómo lo veis.?

jueves, 22 de enero de 2009

UNA DE SERIES (por Javi Aquiles)

Series. Duras, exigentes y temidas series. Sin duda y sin temor a que ningún corredor me lo discuta, la cara más ingrata de este deporte. ¿Pero acaso todavía hay alguien que dude de sus beneficios? ¿Por qué si no hay miles de planes de entrenamiento que las incluyen, tanto en manuales como en páginas webs? Luego la conclusión parece clara y tajante: hay que hacerlas, siempre que se quiera mejorar marcas. Que no nos gustan, a priori parece la respuesta más extendida entre todos nosotros, corredores. Que te cambian la perspectiva del día, qué duda cabe. Que uno acaba con el hígado triturado, el corazón palpitando en la mismísima boca, las piernas temblando y los ojos extraviados, también es cierto. Pero es lo que hay, que diría uno.


Ahora bien, detrás de este masoquismo extremo se esconden muchas teorías sobre cómo, cuántas repeticiones y dónde realizarlas. Quizás demasiadas visiones, que curiosamente distan a veces un abismo unas de otras. Demasiada teoría banal para el corredor popular, que en la mayoría de los casos se siente abrumado ante tanto tecnicismo y tantas abreviaturas. Yo mismo, al consultar planes de entrenamiento en páginas webs y tratar de descifrar ese galimatías, he optado por cerrar y tirar a la papelera de reciclaje. Creo que deberíamos simplificar y sobre todo, ser realistas y coherentes con nosotros mismos: no voy a tratar de hacer las series de 800 como los consumados especialistas en dicha distancia. Pero entonces, ¿cuáles son las referencias? Ése ha sido mi auténtico problema desde que introduje las series en mi rutina de entrenamientos. Las referencias de tiempo las tendremos nosotros mismos, en base a nuestro ritmo de competición. Pero no pretendo impartir didáctica sobre repeticiones, para ello hay especialistas. Amigos, lo que yo hago y tanta satisfacción me está aportando es hacerlas siempre 10 ó 20 segundos por debajo de mi ritmo de competición. Si pretendemos correr a 4 minutos/ km, las series yo las haría en torno a 3’50’’ ó 3’40’’, eso sí, siempre en progresión, de más lento a más rápido.


El descanso entre repeticiones también es una cuestión discutible. En mi caso, menos de un minuto (45’’) en las de 400 ó 500 metros, 1 minuto o algo más en las de 1000 metros, 1’30’’ en las de 2000 metros, 2’ en las de 3000 y 3’ en las de 4000, que hasta hoy son las que he hecho.

Animo a los que aún no se iniciaron en esto de las series a que lo prueben, a que lo hagan consecuentemente, empezando suave y acabando fuerte, y buscando vosotros mismos el número de repeticiones. Así acostumbraremos a nuestro organismo a sufrir, a rodar en esos umbrales, teniendo siempre en mente la máxima de No Pain = No Gain (sin dolor, no hay recompensa). Calentad primero y enfriad después como mínimo 20 minutos en cada parte a trote suave.


Cuando he quedado con mis compañeros de entrenos para hacer series, la sensación que me invade es siempre idéntica: unas horas antes parece como si me encogiese, me siento pequeño, débil y siento que lo que me espera carece de sentido. Aflora la ya habitual pregunta: “Pero, ¿para qué esto, qué necesidad…?. Luego, cuando nos vemos, nos miramos y nos decimos, con amplia sonrisa en la cara: “¿Dispuestos a putearnos? –Dispuestos”. Acabamos fritos, extenuados, demacrados… y sin embargo sonrientes y felices. Siempre nos chocamos las manos, nos abrazamos. “Hemos acabado, lo hemos hecho”. Sentimos que ese sacrificio tiene que dar sus frutos y que en realidad no es para tanto si se hace con cabeza fría y en compañía, por supuesto, mucho mejor. Nos sentimos ligeros, fibrosos, finos, rápidos, pero sobre todo, aprendemos a sufrir, tan importante para nuestras carreras.


En la soledad del tartán, en el frío y ventoso invierno, cayendo la noche, con los focos empezando a iluminar el césped, una o dos veces por semana nos encontraremos para hacer series. En el estadio nos vemos. ¿No os he convencido?



¡TIRADA LARGA DOMINICAL!


Aprovecho esta entrada para anunciar a futuros maratonianos y no maratonianos verdes que este domingo, tras sopesar diversas circunstancias y vicisitudes, hemos decidido quedar a las 9 frente a la Clínica Inmaculada para hacer 31 necesarios kilómetros de cara a la próxima cita sevillana. El recorrido sería una repetición del que el pasado año hicimos Abel, Antonio, Víctor y servidor, pero a la inversa. Primero partiremos por la margen derecha del río Beiro para llegar a la fábrica de Puleva, volver por el carril bici y una vez de nuevo frente a la clínica, dirigirnos hacia Pinos Genil y volver otra vez al punto de partida. La idea es llevar un ritmo vivo, de unos 4.40 min/km, pero es importante resaltar que aquéllos a los que no les apetezca meterse tantos kms pueden optar por volverse antes en el punto que ellos deseen. Aunque en principio se barajó la posibilidad de repetir la tirada hacia Pinos Puente, problemas de tiempo de algunos amigos verdes, hacen más viable este recorrido que no requiere de una logística tan complicada como la de Pinos, ni el regreso de dicha localidad, permitiendo que al finalizar el que no pueda quedarse se vaya, quedándose los demás a degustar la merecida recompensa. Así nos beneficiamos todos de nuestra compañía, que hace el recorrido más ameno. Confirmados Víctor, Antonio, José Antonio y yo mismo. Onio creemos que no podrá, pues como ya sabréis está en otras cuitas más duras que las series, vamos, que ha sido papá. Un saludo desde aquí, amigo. Animaos y expresad vuestras opiniones en esta nuestra bitácora amiga.

domingo, 18 de enero de 2009

LA MÍSTICA DEL MARATÓN (Por José Antonio)


Considerándolo detenidamente, el verdadero mérito no está, en esencia, correr un maratón, no. Tal vez, el camino más arduo, hostil y arriesgado sea prepararlo.
Excepto en casos muy aislados de atletas dotados de una naturaleza fuera de lo común o atletas con altas dosis de arrojo e inconsciencia, a un maratón se llega después de duras y largas sesiones kilométricas. Quien ya haya asumido ese reto sabe a lo que me refiero, sin lugar a dudas.
En esa ardua preparación nos encontramos con el día a día cargado de responsabilidades, trabajo, familia, inconvenientes climatológicos, estados de ánimo, estados físicos, estados de salud, entre otras muchas cosas fijas o fortuitas que pudieran surgir. Pero nada de eso se puede interponer en el camino de un aspirante a maratoniano, ya que éste sólo puede tener en mente una cosa: acumular kilómetros para llegar a la cita en un estado adecuado. De lo contrario, no será posible franquear esa barrera de 42 kilómetros y 195 metros de los que se compone la prueba reina del atletismo.
El aspirante a maratoniano verá pasar ante sí toda una miríada de obstáculos serios que le impedirán correr. Tendrá que buscar horas para destinarlas a hacer esas enormes tiradas que se necesitan. Ya no se trata de salir a trotar un lunes o un miércoles unos cuantos kilómetros que puedan robarnos a lo sumo una hora de nuestros quehaceres y obligaciones personales. No, nada de eso servirá en la preparación necesaria para un futuro maratoniano.
Las tiradas más modestas no podrán ser, por lo general, inferiores a los 20 kilómetros. Menos kilómetros podrían servir de poco, así que el tiempo necesario será amplio. Tampoco sirve dejar las sesiones para el fin de semana, porque por muchos kilómetros que se acumulen el sábado y el domingo, no serán suficientes para completar ese mínimo de 70 semanales que son necesarios para afrontar la prueba con garantías.
Por tanto, si lo pensamos detenidamente el atleta aspirante a maratoniano lo que está viviendo durante las semanas previas a la gran prueba es todo un drama. Un larga lucha consigo mismo y con quienes le rodean. Todo deberá de estar supeditado a esa preparación y más vale que nada se lo impida.
Por su parte, nos encontramos con la soledad del entrenamiento. Vale, podrá quedar un día o dos a lo sumo con varios compañeros de entrenamiento, pero la mayoría del mismo tendrá que hacerlo en la más absoluta soledad. Y nada podrá objetar ante esto, de nada se podrá quejar. Tan sólo enfundarse su atuendo, cargarse a su espalda el "camelback" y devorar kilómetros, haga frío, calor, nieve, llueva o truene. Esa esa será su rutina. Y más vale que no se aparte de ella lo más mínimo, porque pasarán las semanas y se acercará la gran cita; y ya no habrá marcha atrás porque, como sí ocurre en las películas de Capra, aquí no hay milagros, sino sudor, kilómetros, sacrifico y, tal vez, lágrimas.
Es por eso por lo que hay que respetar que un corredor no decida arrastrarse a correr esta prueba, porque no se trata de la prueba sino de la opción de decidir si se quiere penetrar en esa insondable mecánica o no. Es una opción, totalmente individual.
Porque, a pesar de que la opción haya sido positiva, deberá de contar con el parecer de quienes le rodean. Es decir, saber en primera persona si sus seres cercanos están dispuestos, asimismo, a asumir ese riesgo, ya que sin ese apoyo también será difícil culminar esta enorme tarea.
En la mente del futuro maratoniano no podrán existir en las anteriores semanas otros argumentos importantes que la preparación del maratón. Deberá romper citas, compromisos, obligaciones, hacerse invisible e, incluso, hasta desdoblarse, porque todo esto le será necesario para que pueda devorar kilómetros, en la soledad más solitaria de las soledades.

domingo, 11 de enero de 2009

NO CUMPLIMOS LA RUTA DE 25 KILÓMETROS....


...Porque decidimos hacer 29. Fue una decisión consensuada cuando estábamos saliendo de Fuente Vaqueros, población que casi apreciamos de forma fantasmagórica, dada la neblina que cubría la población lorquina, neblina que nos ha estado acompañando a lo largo de esos 29 intensos kilómetros por la Vega granadina, que ha abarcado un buen puñado de municipios del área metropolitana de Granada.
Muy temprano habíamos quedado en Pinos Puente, Antonio, Javi, Víctor y quien esto firma. Muy temprano, digo, para el día que era y la climatología que existía, que en ese momento arrojaba una temperatura de un grado bajo cero, pero con una sensación de menos grados, dada la brumosidad que existía en ese momento. La Cruz de Granada fue el lugar elegido para tomar el "carajillo" que ya se ha convertido en el referente inicial, que no viniendo mal para el cuerpo ni para el alma, es buscado en las tiradas largas.
Por mera cuestión de logística era preciso llevar a cabo este tipo de operación: dejar algún coche en Pinos Puente, que sería el lugar de llegada y retornar al lugar de salida, junto a la Clínica de la Inmaculada, a un paso del Parque de las Ciencias y del cubo de Cajagranada.
Se podría sostener que esta mañana, en absoluto, era un día para salir a trotar, pero si se hace en buena y abundante compañía es mucho más llevadero. Ya en los coches se caldea el ambiente, se habla de la ruta, se consensúa el ritmo, se repasa la logística. De manera que a las 10 y cinco minutos ya estábamos trotando para introducirnos en los confines de una Vega, que fantasmagórica, nos recibía en casi absoluta soledad. Bien pertrechados de los "camelback" respectivos y lo suficientemente abrigados, provistos de mallas, guantes técnicos y demás prendas de abrigo, los cuatro valientes o insconcientes, nos dispusimos a acumular kilómetros, mirando de reojo al Río Genil, que aunque no es habitual, llevaba un buen torrente de agua, que fue escaseando a medida que se acumulaban los kilómetros. Quizá por eso pensé que el río iba agotando su caudal igual que nosotros agotábamos la energía a medida que íbamos dejando camino atrás.
Saber por donde se iba no era tarea fácil dada la intensa niebla que nos acompañaba, al tiempo que el frío no menguaba y tampoco era factible entrar en calor fácilmente.
No percibimos en ningún momento el contorno de las edificaciones de los pequeños pueblos que conforman el municipio de Vegas del Genil, y ni tan siquiera fuimos conscientes de saber con exactitud que ya habíamos dejado atrás el municipio de Santa Fé, o que incluso, atravesamos la carretera local que une Santa Fé con Atarfe. Lo realmente importante era ir comprobando que los más ambiciosos del grupo no desaparecieran a través de la niebla. Porque en el grupo de cuatro hay fama merecida de vocear un ritmo pero empíricamente plasmar otro. Curiosamente, de los cuatro, Javi fue durante casi todo el recorrido el más comedido, el que más toques de atención daba y el que más veces se ofrecía a fijar él mismo un ritmo. El grupo negociaba constantemente y desconfiaba de ciertos tándem letales, pero hubo un buen comportamiento de todos en todo momento. No olvidemos que el grupo no parecía conformarse con los 25 kilómetros iniciales y era posible que se ampliara, decisión que se tomó - como decía - en las calles de Fuente Vaqueros. Había ganas, y he de reconocer que esas ganas se plasmaron antes de salir de Fuente Vaqueros a tenor del férreo y acompasado ritmo que impusimos Víctor y servidor, en esos momentos por debajo de 4,45 el mil.
Durante el trayecto ha habido momentos muy bellos, pero han sido particularmente destacados las entradas a las poblaciones, esa sensación de venir de lugares lejanos y aparecer por lugares extraños. Pensemos que sólo se contaba con unas piernas, un corazón y unos pulmones.
A la salida de Pedro Ruiz decidimos evacuar líquidos que se tornan molestos e ingerir geles que nos aportaran los nutrientes necesarios, nuestra particular estación de servicio, tan necesaria cuando se corren tantos kilómetros. De manera que ya decidida la opción de alargar la ruta, llegada a la estribación de optar por el Camino de Real de Fuente Vaqueros o enfilar hacia Valderrubio, buscando la ruta del gran olmo, optamos por esta segunda. Pasada la fábrica de San Pascual, el camino presentó un aspecto embarrado, pero el hielo demostró su solidez y aunque zapatillas y mallas absorvieron un remero de barro, el resto del camino no mostró hostilidad alguna, pero si comenzó a existir ésta en el grupo. Apenas faltaban 6 kilómetros y la concordia pasó a mejor vida. Se rompieron los pactos vigentes durante casi 22 kilómetros y comenzaron a presenciarse puñales entre las bocas. Los atuendos helados, el sudor helado, todo un panorama blanco en nuestros cuerpos, cuando comenzaron los ataques. Éstos, como era de esperar, vinieron de la mano de Antonio y Javi, que lograron separarse unos metros de Víctor y de quien esto suscribe. Aún no habíamos llegado a Ánzola y los kilómetros que aún faltaban estaban en torno a cinco, pero ya las diferencias no se reducirían, todo lo contrario. Se formaron dos grupos de pares: Javi y Antonio y Víctor y José Antonio. Ya sólo se trataba de llegar como se pudiera. De todas formas los armisticios en el kilómetro 23, pasada la distancia de la media maratón, ya no eran necesarios. Intentamos adaptarnos cada cual al ritmo de la otra pareja, pero seguían los hachazos dentro de ambos grupos. Por delante veíamos una pugna en el filo de la navaja entre Javi y Antonio y por detrás Víctor y yo seguíamos a un nivel similar. Me encontré en mejores condiciones e hinqué el diente en la cuchilla del puñal y poco a poco dejé de escuchar los pasos de Víctor. No debo de negar que me encontré fuerte, muy fuerte por los fríos caminos que unen Anzola con Pinos Puente, pero alcanzar a Antonio y Javi no era tarea fácil a pesar de que les veía con nitidez. Busqué con la mirada la cercanía de Víctor, pero comprendí que seguramente llegara a Pinos Puente en la más completa de las soledades.
Fueron 29 kilómetros y muy pocos minutos de diferencia en las llegadas. Dos separaron mi llegada respecto a las de Antonio y Javi, y aproximádamente dos más tarde de la mía llegó Víctor. Pero en esos momentos la climatología seguía siendo la misma. Igual que la que señoreaba por la abadía del recóndito norte de Italia, en el Nombre de la Rosa, el día en el que la bestia parecía pulular por sus fueros.
No tenemos documentos fotográficos, así que espero que esta modesta narración sirva por sí misma para que vosotros, amigos-as, corredores podáis imaginaros por vosotros mismos la tirada del aniversario del grupo Las Verdes.
Y si satisfactorios fueron los kilómetros hechos, no menos fueron los dobles terceros tiempos. El primero, disfrutando los cuatro de unas fresquísimas verdes en Rest. Monserrat y el segundo, en compañía de Ana, Nuria y Mati en Granada. Todo a pedir de boca. (Por José Antonio)

sábado, 10 de enero de 2009

RUTA DE ANIVERSARIO ( 25 KMS.)


Ya tenemos negociada y prevista la ruta para mañana (aunque probablemente muchos leáis esta entrada cuando la ruta ya esté realizada, esperamos).
En la medición hecha con la herramienta de Geoogle Earth, han salido justo los 25 kilómetros que queremos hacer. Casualidad, pero también se ha diseñado para que sean esos los kilómetros a realizar. La ruta será la siguiente:

Salida desde el aparcamiento junto al Hospital de la Inmaculada. Seguiremos el largo y rectilíneo carril, que acompaña al trazado del Río Genil a través de la Vega granadina, el cual no dejaremos hasta que conectemos con la bifurcación hacia Pedro Ruiz, perteneciente al municipio de Santa Fé. Por entonces ya habremos pasado muy cerca de Vegas del Genil y Santa Fé. No llegaremos a entrar en Pedro Ruiz, sino que enfilaremos el suave camino que nos dejará en Fuente Vaqueros. A través del centro de la localidad lorquiana buscaremos la posición norte y a través de la carretera local que conduce a Valderrubio, giraremos a la derecha y nos adentraremos en el llamado Camino Real, en dirección a Pinos Puente. Hasta esta localidad ya sólo faltarán 6 kilómetros.
Una ruta que esperamos no encontrar demasiado embarrada y que queremos llevar a cabo en torno a una media de 5' el mil.

Con seguridad, una vez hecha esta ruta contaremos cómo ha ido, las sensaciones, el trazado, y las posibles anécdotas. Es nuestra ruta de aniversario.

jueves, 8 de enero de 2009

ESTARÍA FEO PERDÉRSELA (sin motivo)




Amigos, este grupo deportivo y humano se formó en torno a un blog y se consolidó alrededor de entrenamientos compartidos y buenos ratos acompañados de sabrosas verdes. Pues bien, de eso hace más o menos un año, y teniendo en cuenta que muchos andamos enfrascados en la preparación de un Maratón y que a todos nos gusta correr, propongo celebrar este año verde repitiendo la mítica tirada de 25 Km. Aquella que hicimos desde Granada a Pinos y que cada uno terminamos con diferente sabor de boca. Aquella que convirtió a un grupo de personas que se comunicaban y quedaban a través de Internet, en un grupo de amigos que a partir de entonces comparten muchos aspectos de su vida, no sólo relacionados con el correr. Creo que ha llegado el momento de repetir aquella pequeña gesta, recuperar las sensaciones de las tiradas largas y para más de uno quitarse una espinita que tienen desde aquel día.



Dicho esto, sólo queda lanzar la propuesta a la red y esperar pescar mientras más amigos verdes mejor. Entiendo que la tirada que se propone requiere una logística complicada y bastante tiempo, por lo que estamos abiertos a otras propuestas, pero lo que parece innegociable es la cantidad de Km, 25 como mínimo. Y es que al maratón no se le puede engañar; o se hacen los Km necesarios o se puede pasar muy mal el día D.

La fecha, en principio sería el domingo, aunque se puede negociar, según nos convenga. La hora, cuestión más problemática, habría que concertarla, pero si queremos correr, tomar unas verdes y charlar, habrá que ir pensando en hacerla pronto, especialmente si dejamos algún coche en Pinos.





Esta tirada se presenta como una buena oportunidad para retomar el espíritu de grupo, que desde la media de Granada y salvo por alguna excepción, como Moclín o la Vega el 24 de diciembre anda un poco diluído.

Esperamos vuestra participación. Si alguno no se encuentra en buenas condiciones para realizar la tirada completa o no dispone de suficiente tiempo, podría acompañarnos un rato, cosa que se agradece mucho, pues aunque hay que correrlos, los Km entre muchos parecen que pesan menos.




miércoles, 7 de enero de 2009

UN POEMA PARA LAS VERDES

Amigos-as, recién comenzado el año, nada mejor que incluir en este espacio "verde", un poco de poesía. Poesía épica se podría decir. Se trata de un extraordinario regalo de Reyes que nos ha sido concedido por uno de los Verdes más activos con la pluma: el bloguedor Gregorio.
Nos ha obsequiado Gregorio con estos deliciosos y sentidos versos, que retratan a la perfección ese mágico entrenamiento del pasado día 20 de diciembre, que denominamos "La toma del Castillo de Moclín", cuya gesta se plasma a la perfección en el poema:










En la Puerta de Granada,

un café de Pinos Puente,

a las nueve de la mañana

han quedao siete valientes.


Enfundando mallas largas,

se disponen a una gesta,

con guantes, gorra, bufanda

y en la mente una meta.


Jav, Víctor, José Antonio,

son del grupo de "Las Verdes",

Onio, Mario y Antonio;

y Gregorio, que parece.


En llegando cerca a Tiena,

José Antonio les advierte:

"Esto es sólo una tachuela"

y es que el tío está muy fuerte.


Para alegría mía,

el compae Paco llega,

repartiendo agua fría,

de un pack de diez botellas.


Antonio con mucha pena

y Gregorio que no puede,

abandonan la carrera

y les desean mucha suerte.


Afrontando grandes rampas,

con coraje y mucha fuerza,

a lo lejos ven Granada

y el castillo está más cerca.


Pasando las hora y veinte,

Javi esprinta en una curva,

sus piernas no se resienten

y es que corre de locura.


Víctor ascendiendo duro,

al que encuentra en el camino,

va gritando con orgullo:

"Corriendo vengo de Pinos".


Onio tuvo un gran progreso

en el año que termina,

Mario pasa un mal momento

cuando la cuesta se empina.


A las faldas del castillo,

ya pasando los noventa,

nos aguarda un viejecillo,

con bastón, gorra y chaqueta.


"Ya cumplí noventa y cinco,

to los días subo aquí,

desde que era un chiquillo,

al castillo de Moclín".

Aunque no hicimos historia

y faltó alguna gente,

en nueva convocatoria

seguro, estarán presentes.

Con esta humilde copla

quiero hacer un homenaje

a todo aquel que se acopla

a "Las Verdes" en su viaje.




Gregorio Toribio, el Blogredor





sábado, 3 de enero de 2009

QUEDADA QUEDADA (la 1º del año)

!FELIZ AÑO NUEVO AMIGOS!!!!!!!!!


Mañana domingo, sobre 9:00 o 9:30 de la mañana, según confirmemos, hemos quedado unos cuantos valentes para una tirada de 25 Km, desde la Inmaculada hasta Pinillos y su presa, con la intención de depurar los excesos de las fiestas y comenzar con la rutina de tiradas largas de cara al maratón de Sevilla.

Esperamos vuestra confirmación.