
Una hora, 29 minutos y 55 segundos ha sido la marca cosechada (tiempo real) en mi última participación en competición, concretamente, en la “nuncamáslacorrootravez” XV Media Maratón de Jaén. 25 de octubre de una mañana radiante de sol y como no podía ser de otra forma, cuestas. Que corrimos en Jaén “ni pollas”, mi tierra, la ciudad donde tantas horas de juerga he pasado (iba a decir de entrenamiento, pero mentiría) en mi periplo universitario, hace unos añitos ya.
Pues eso, que allí me planté solito desde Granada, más feliz que nada, como cada vez que voy a una carrera, pues es sinónimo de buen rollo y ambiente mejor. He de puntualizar que si me dicen que fue la media de Almansa, de Teruel o de Villabajo, igual me lo creo, pues la ciudad que encontré fue totalmente nueva y desconocida para mí. Barrios residenciales nuevos y obras, muchas obras, me han dado la bienvenida y me han complicado un pelín el llegar al recinto deportivo de Las Fuentezuelas.
Muchas caras conocidas, menos que otras veces, pero por allí pululan Víctor, Daniel, Blas, Txomin, Rafa, un amigo de mi pueblo que correría los 10 kms, David y un rostro que ya empieza a ser habitual en todos mis desplazamientos atléticos, el de Paco de devorando kilómetros, un crack en todos los sentidos. ¿Me dejo alguno? Si es así, perdonen mi cada vez más embotada y maltrecha memoria, pues debe ser que el contacto masivo diario de mi trabajo con adolescentes gritones, burlones, azarosos y en definitiva, estúpidos, me están perjudicando seriamente.
El tipo de la megafonía nos puso la cabeza cual bombo de semana santa, no paraba de hablar con un deje pesado y cadencioso que hizo que la cuenta atrás para el pistoletazo se hiciera insufrible. Un pequeño coro a mi derecha rezaba “Pega el tiro y cállate la p…. boca”. Pobre hombre, sólo trataba de animarnos, ay que ver qué tiquismiquis somos los “atletas” de vez en cuando. Pues el disparo sonó, pero yo no pasé por la alfombrilla de control del arco de salida hasta casi un minuto más tarde, y no exagero, porque el pelotón de corredores que se arremolinó al comienzo fue de los que hacen historia.
Ya desde el principio mis sensaciones fueron agridulces. Me explico: correría sin referencia alguna, ya que Víctor andaba pachucho con un fuerte resfriado, a Txomin no lo vi a la salida y al resto de animales conocidos no iba a pegarme, así que… a correr por sensaciones, pues no me apetecía en absoluto ponerme a maquinar estrategia alguna. Nada de mirar el crono como un poseso a ver cómo pasaban los miles, a ver cuándo el perfil me da el hachazo… No, ¡a correr, ni pollas! Claro que como dije antes, ya desde el comienzo no iba fino del todo, y es que últimamente no sé qué demonios me ha estado pasando, pues entreno con ilusión, con método y dedicación, con alegría, con mucha planificación y sensatez, sobre todo, pero llega el gran día y la tensión se afloja rápidamente como un flotador de los chinos. Sin motivación ni ganas ni nada de nada.
Empiezas esta bella media maratón y empiezas a serpentear en sentido descendiente, mucho. Habrá calles nuevas, pero sé cómo es esta ciudad generalmente, sé que no nos subirían hasta el centro ni por las calles mágicas de San Ildefonso y las cercanías de la magnífica catedral jienense, pero sé que hay que subir hasta la parte más alta de la Avenida de Andalucía, nuestro Gran Eje de toda la vida. Cuanto más bajes, más subirás. En Jaén no hay otra lógica. Y es cuando un corredor que iba parejo a mí comenta “ahora empieza Jaén, ahora empiezas a correr, ¿ves ahí a lo alto? Pues más lejos tenemos que llegar, hasta el km 10 subiendo y subiendo. Palabras literales. Me las creí, por supuesto, pues en la parte sur del nuevo barrio residencial del Bulevar ya empiezas a ascender. Veo los garitos, cafés y restaurantes donde he pasado, veo a la gente sentadita, tomando café, fumando, con las sillas giradas en dirección a la calle, por donde pasábamos intrépidos los corredores, esos chalados. Parecían parisinos, mirando a la calle, muy finos, con su periódico en el regazo. Palmas y palabras de aliento, poquitas.
Ahí la carrera te coge y no te suelta. Te desmoraliza poco a poco, agachas la cabeza, ves tus pasos torpes, tu sombra, que parece encogerse como tu moral, no quieres mirar más arriba pero acabas haciéndolo. Subes la avenida de Madrid hasta el Corte Inglés y estamos hablando de un desnivel considerable. Defensores acérrimos de esta media dicen que sólo son 400 metros, pero ¿y lo que viene luego? Cuando giras por El Corte Inglés, un pelín de llaneo y vuelta a subir hacia el Gran Eje, algo más de 3 eternos kms de subida progresiva y justo cuando estoy coronando veo a mi padre. El hombre no había buscado otro sitio mejor para ver a su lechón corriendo, devorando el asfalto grácilmente, demostrando vulgarmente su poderío atlético… Me vio encorvado, jadeando como un jabalí herido, vamos, hecho un asco, cuando peor estaba… Lo peor era que había que repetir el recorrido.
En la segunda parte del circuito no tuve más remedio que poner la cabeza al servicio de mis escasas fuerzas. Necesitaría mentalidad ambiciosa, fría y calculadora también. Iba en mis tiempos (sí, acabé mirando el cronómetro), era lo previsto, pero sí que pensé seriamente en abandonar en un momento de debilidad. Pero esa fiera batalla, ese brutal devaneo de mi mente acabó resolviéndose positivamente. Volví al Gran Eje, y cuando vi el cartelito del km 18 me eché al gaznate una ampolla de glucosa y supongo que el placebo de la pringue dulzona me hizo subir como un jamelgo de los buenos. Esta vez mi progenitor había abandonado su puesto vigía para irse a la meta, qué casualidad… En el km 20 me alcanzó un atleta del Club Jáen Clima, que venía dado zapatazos desde unos cuantos metros atrás, se puso a mi vera y saqué toda la mala hostia que tuve dentro para cuando lo vi más asfixiado, esprintar y sacar toda mi raza, entrando en la meta como un coloso. El corazón me lo devolvió dicho corredor un minutillo después. Puesto 94 de la general de casi 1000 corredores, un primer clasificado que hace 1h09’, sacando dos minutos al segundo… hmm, la media no debió ser muy sencillita. Pero aún así, rumié malas sensaciones. Luego cogí “el bolso del corredor”, porque nos dieron un señor bolso deportivo + sudadera + camiseta técnica excelente, tallaje acertado + sudadera + camiseta para el polvo doméstico, no me malinterpreten + cortavientos o chubasquero, según se mire, talle desorbitado + calcetines Luzbel + bolsita de galletas Cuétara + vale por un bocata de chorizo, aparte de fruta, agua, cerveza, isotónica… Vamos, como dice Paco, vestido para todo el año.
En fin, que retiro lo de que no la correré más, que nunca se sabe. Organización muy buena, para una media que va creciendo poco a poco. Daniel I el Grande hizo 1h 22’, y, sinceramente, no se me ocurre nada en este momento para describir su gesta. Quizá sólo que entró en el puesto 26 de la general. Ahí queda eso. Su comandante Blas Navarrete hizo 1h 28’, tenía los ojos inyectados en sangre, visualizando los próximos entrenos y barruntando posibles marcas futuras en Córdoba ( Blas cuenta conmigo para tiradas dominicales, tengo que morir o vencer), Txomin, superfuerte, hizo 1h32, si no me equivoco y está que se sale, pues sabe perfectamente que en una media “normal” habría restado al menos 4 minutos. Paco, sin entrenar, con el Aquiles tocado, por dar un paseo, bla, bla, bla,… 1h 34’, vaya paseos te metes, Paco.
Termino el ladrillazo de crónica diciendo que esta carrera ha sido el punto de inflexión para esta temporada en lo personal. Me ha dejado un noséqué de energía y mala leche que voy a emplear entrenando a muerte y con más alegría si cabe. El lunes rodé fenomenal y hoy hice series y tengo un hambre voraz de que llegue Córdoba. ¡Ah! Y pertenezco formalmente al C.A. MURGIVERDE de El Ejido, vamos, al Chino-Chano, pero ese es otro capítulo.