
Fue allá por el mes de noviembre del año pasado cuando tras leer la excelente crónica de Victor sobre su experiencia en el Maratón de Berlín decidí que yo tenía que saborear todas esas sensaciones que el narraba, fue entonces cuando empezó a tomar cuerpo una idea que rondaba por mi cabeza desde hacia ya algún tiempo. Fue entonces cuando decidí correr la Maratón.
En un primer momento pensaba que la maratón de Málaga sería un buen momento para debutar por cercanía, porque es la primera edición y siempre me gusta probar lo nuevo y porque era allá por el mes de diciembre con lo que tenía todo el año para mentalizarme y prepararla.
Después apareció en el horizonte Madrid, ciudad que me encanta y de cuya Maratón solo había escuchado bondades en cuanto al trato al corredor y barbaridades sobre de la dureza de su recorrido. Así que vi a la oportunidad asomando las orejillas tras la mata y decidí no dejarla escapar, que si tenía que debutar en la Maratón que mejor sitio para hacerlo que en la capital del Reino y ante un recorrido de los que curten.
De la preparación nada tengo que decir con la salvedad de que durante el último mes fallé en la misma y eso me hizo sufrir sino mas de la cuenta si durante mas tiempo del que esperaba.
Tampoco os voy a aburrir contando anécdotas del fantástico pero corto viaje que hicimos Antonio, Jose, Nacho, Txomin y yo.
Y la verdad, poco tengo que decir de la carrera desde que salimos hasta el km 25 pues el ritmo era el que nos habíamos marcado como objetivo, 4'40'', y las sensaciones eran estupendas, el pulso era bajo, nos hidratábamos en cada avituallamiento sin problemas y no había ni rastro de señales de fatiga además la belleza del recorrido era inmejorable, recorriendo parte el Madrid de los Austrias, viendo la calle Preciados surcada únicamente por corredores, algún que otro grupo de música, gaiteros y sobre todo la estupenda gente de Madrid animando que cada esquina, dando gritos, espoleándonos y haciendo que a mi por lo menos se me erizasen los pelos en mas de una ocasión pero entre el km 25 y el 26 paso algo, aún no se muy bien el que pero ese algo me dejo seco y a partir de entonces empezó mi carrera de verdad.
Hasta ese momento había tomado medio gel que a decir verdad no le había sentado muy bien a mi estomago así que decidí tomarme otro medio para ver si podía recuperarme un poco y volver a coger el ritmo pero al introducirme el potingue ese en la boca agradecí estar ya en la Casa de Campo pues tuve la seguridad de que el poco contenido que pudiese tener en ese momento en mi estomago iba a salir bien por arriba o bien por abajo o como dijo mas tarde Antonio, por los dos lados.
El caso es que logré mantener todos mis jugos gástricos en su sitio pero no logré recomponerme. Cada paso que daba era como levantar dos pesados sacos de arena y no podía entender que pasaba pues pulso seguía en su sitio, mas bajo de lo que habitualmente tengo en competición, y la respiración era todo lo normal que podía ser en ese momento.
El caso es que logré mantener todos mis jugos gástricos en su sitio pero no logré recomponerme. Cada paso que daba era como levantar dos pesados sacos de arena y no podía entender que pasaba pues pulso seguía en su sitio, mas bajo de lo que habitualmente tengo en competición, y la respiración era todo lo normal que podía ser en ese momento.
Decidí llegar como fuera al km 27 y allí andar un poco pero una vez pasado ese km decidí no parar hasta el siguiente avituallamiento donde una vez lo hube rebasado paré por vez primera para poder beber tranquilamente un poco de agua.
En ese momento aún pensaba que era posible bajar de las 3h30' así que emprendí la marcha pero allí había algo que había dejado de funcionar. No me dolía nada en particular pero era incapaz de levantar las piernas, mi trote me recordaba a los penitentes de la granadina procesión del Silencio, mas que levantar los pies los arrastraba. Supuse que me había quedado vacío, era antes de lo previsto pero era algo esperado lo que ocurría es que después de las sensaciones que tuve tras tomar el último gel temía que al tomar el próximo no fuese capaz de retener el contenido de mis tripas así que arrastrándome decidí que agotaría hasta mi última gota de energía y no volver a tomar el dichoso potingue antes del 32 y eso fue lo que hice.
Llegue al km 32 y mi crono marcaba 2h35' con lo que pensé que si era capaz de llevar un ritmo de 5' el km llegaría al Retiro antes del tiempo previsto y muy a las malas si me iba a 6' el km llegaría a meta dentro de una hora así que no era tanto lo que me restaba. Con esos pensamientos en mente eché mano al bolsillo trasero y saqué la mitad del gel mientras rezaba por no volver a tener las sensaciones de antes pues aquí ya no había campo en el que ocultarse en caso de emergencia.
Fui tomando el gel poquito a poco, diluyéndolo con el agua que llevaba pero lo único que se diluyó fueron las pocas fuerzas que me quedaban. Mi estomago se reveló, empezó a dolerme y las sensaciones de que iba a echarlo todo volvieron a hacerse presentes. Tuve que parar nuevamente pues ahora la urgencia era inminente, logré mantener todo en su sitio pero ello me costó tener que andar durante casi medio km. Por fin pude alejar un poco las malas sensaciones y volver a trotar entre el km 33 y el 34.
Sabía que me quedaba aún un mundo por recorrer y que mi estomago no admitiría mas tonterías, ni si quiera las bebidas isotónicas le caían bien, sólo podía tomar agua pero no me importaba, lo único que tenía en mente era el arco de meta y sabía que aún arrastrándome llegaría a el, no me importaba tener que bajar al infierno una y mil veces para conseguirlo o tener que volver a Granada andando ante el aviso de Antonio de que el no llevaría en el coche a nadie que hiciese mas de 4 horas, era mi primera Maratón y la iba a terminar, ese iba a ser mi triunfo recorrer todos y cada uno de sus 42.195 m.
Os lo juro amigos, en ningún momento, ni durante una sola décima de segundo pasó por mi cabeza abandonar. Sabía que había venido a sufrir y que ese sufrimiento se haría patente durante la carrera mas tarde o mas temprano pero también sabía que no iba a abandonar así que seguí con mi arrastrándome por las calles de Madrid con toda la dignidad de la que fui capaz.
Tuve que parar y echar a andar nuevamente pasado el km 36, lo hice sólo durante unos pocos metros y nuevamente volví a parar en la calle o mas bien puerto de montaña que conducía a Atocha donde empecé a ser plenamente consciente de lo que era una Maratón pues aparecieron las primeras ambulancias atendiendo a corredores exaustos tumbados en el suelo.
Conseguí por fin coronar el puerto de Atocha pero aún recordaba que según el perfil de la carrera está nos guardaba alguna que otra tachuela y fue entonces cuando oí a alguien decir "vamos chicos que ahora viene una buena cuesta" por lo que decidí que yo esa cuesta la subía andando pero justo cuando estaba llegando a lo alto de dicha cuesta que por suerte era cortita vi como un chaval que no debía tener mas de 20 años me miraba fijamente y me gritaba a todo pulmón "VAAAAAAAMOS, NO TE PARES AHORA".
Esas palabras espolearon mis pies que nuevamente se pusieron en marcha para hacerme recorrer la larga verja del Parque del Retiro, verja que parecía no tener fin y que nuevamente era testigo del sufrimiento de varios corredores que agotados yacían tumbados en el suelo cuando no faltaban mas de 2 km para llegar a meta.
Conseguí llegar sin detenerme hasta la Puerta de Alcalá donde tuve que volver a echar pie a tierra durante otros cuantos metros ante la cuesta que se presentaba.
Hacía tiempo que no miraba el crono, así que le eché un vistazo y vi que aún podía llegar por debajo de las 3h45' así que me arranqué de nuevo para esta vez sí, no volver a pararme hasta pasar por debajo de un arco de meta que parecía que no llegaba nunca. Paré el crono en 3h43'48''.
Las sensaciones al pasar bajo ese arco no las puedo describir, soy demasiado parco en palabras para poder hacerlo. No lloré solo se me saltaron algunas lágrimas pero fue pocos metros antes de llegar a meta quizás fue ese el momento en el que fui consciente de que lo había conseguido. Lamenté enórmemente estar solo y no poder abrazarme a nadie. Sentí un vacío físico completo, como no lo había sentido nunca. No era capaz de mantenerme en pié, no era capaz de sentarme, no era capaz de echarme nada a la boca pero sentía una felicidad tal en mi interior que todo eso me daba igual.
Ya después en el hotel y mientras me duchaba pude comprobar los efectos de una Maratón ya que no sólo me dolían las piernas sino que todo mi cuerpo era un lamento. El simple hecho de enjabonarme me producía dolor en todos y cada uno de los músculos de mi cuerpo.
Hoy tras haber pasado dos días puedo decir que solo siento felicidad por lo que he conseguido aunque tengo cierto resquemor por no haber conseguido obtener la marca que buscaba pero a decir verdad ahora mismo eso me importa bien poco pues sé que ya habrá otra oportunidad para hacerlo pues hoy puedo decir con la cabeza fría que una y mil veces repetiría lo vivido el pasado domingo.
Por último y como siempre me queda agradecer a Noelia y a Gonzalo el tener que aguantar todo el tiempo que les robo para entrenar y sabed que si el domingo tenía la certeza de que iba a terminar no era por otro motivo mas que porque sabía que vosotros me empujaríais hasta meta.
En ese momento aún pensaba que era posible bajar de las 3h30' así que emprendí la marcha pero allí había algo que había dejado de funcionar. No me dolía nada en particular pero era incapaz de levantar las piernas, mi trote me recordaba a los penitentes de la granadina procesión del Silencio, mas que levantar los pies los arrastraba. Supuse que me había quedado vacío, era antes de lo previsto pero era algo esperado lo que ocurría es que después de las sensaciones que tuve tras tomar el último gel temía que al tomar el próximo no fuese capaz de retener el contenido de mis tripas así que arrastrándome decidí que agotaría hasta mi última gota de energía y no volver a tomar el dichoso potingue antes del 32 y eso fue lo que hice.
Llegue al km 32 y mi crono marcaba 2h35' con lo que pensé que si era capaz de llevar un ritmo de 5' el km llegaría al Retiro antes del tiempo previsto y muy a las malas si me iba a 6' el km llegaría a meta dentro de una hora así que no era tanto lo que me restaba. Con esos pensamientos en mente eché mano al bolsillo trasero y saqué la mitad del gel mientras rezaba por no volver a tener las sensaciones de antes pues aquí ya no había campo en el que ocultarse en caso de emergencia.
Fui tomando el gel poquito a poco, diluyéndolo con el agua que llevaba pero lo único que se diluyó fueron las pocas fuerzas que me quedaban. Mi estomago se reveló, empezó a dolerme y las sensaciones de que iba a echarlo todo volvieron a hacerse presentes. Tuve que parar nuevamente pues ahora la urgencia era inminente, logré mantener todo en su sitio pero ello me costó tener que andar durante casi medio km. Por fin pude alejar un poco las malas sensaciones y volver a trotar entre el km 33 y el 34.
Sabía que me quedaba aún un mundo por recorrer y que mi estomago no admitiría mas tonterías, ni si quiera las bebidas isotónicas le caían bien, sólo podía tomar agua pero no me importaba, lo único que tenía en mente era el arco de meta y sabía que aún arrastrándome llegaría a el, no me importaba tener que bajar al infierno una y mil veces para conseguirlo o tener que volver a Granada andando ante el aviso de Antonio de que el no llevaría en el coche a nadie que hiciese mas de 4 horas, era mi primera Maratón y la iba a terminar, ese iba a ser mi triunfo recorrer todos y cada uno de sus 42.195 m.
Os lo juro amigos, en ningún momento, ni durante una sola décima de segundo pasó por mi cabeza abandonar. Sabía que había venido a sufrir y que ese sufrimiento se haría patente durante la carrera mas tarde o mas temprano pero también sabía que no iba a abandonar así que seguí con mi arrastrándome por las calles de Madrid con toda la dignidad de la que fui capaz.
Tuve que parar y echar a andar nuevamente pasado el km 36, lo hice sólo durante unos pocos metros y nuevamente volví a parar en la calle o mas bien puerto de montaña que conducía a Atocha donde empecé a ser plenamente consciente de lo que era una Maratón pues aparecieron las primeras ambulancias atendiendo a corredores exaustos tumbados en el suelo.
Conseguí por fin coronar el puerto de Atocha pero aún recordaba que según el perfil de la carrera está nos guardaba alguna que otra tachuela y fue entonces cuando oí a alguien decir "vamos chicos que ahora viene una buena cuesta" por lo que decidí que yo esa cuesta la subía andando pero justo cuando estaba llegando a lo alto de dicha cuesta que por suerte era cortita vi como un chaval que no debía tener mas de 20 años me miraba fijamente y me gritaba a todo pulmón "VAAAAAAAMOS, NO TE PARES AHORA".
Esas palabras espolearon mis pies que nuevamente se pusieron en marcha para hacerme recorrer la larga verja del Parque del Retiro, verja que parecía no tener fin y que nuevamente era testigo del sufrimiento de varios corredores que agotados yacían tumbados en el suelo cuando no faltaban mas de 2 km para llegar a meta.
Conseguí llegar sin detenerme hasta la Puerta de Alcalá donde tuve que volver a echar pie a tierra durante otros cuantos metros ante la cuesta que se presentaba.

Hacía tiempo que no miraba el crono, así que le eché un vistazo y vi que aún podía llegar por debajo de las 3h45' así que me arranqué de nuevo para esta vez sí, no volver a pararme hasta pasar por debajo de un arco de meta que parecía que no llegaba nunca. Paré el crono en 3h43'48''.
Las sensaciones al pasar bajo ese arco no las puedo describir, soy demasiado parco en palabras para poder hacerlo. No lloré solo se me saltaron algunas lágrimas pero fue pocos metros antes de llegar a meta quizás fue ese el momento en el que fui consciente de que lo había conseguido. Lamenté enórmemente estar solo y no poder abrazarme a nadie. Sentí un vacío físico completo, como no lo había sentido nunca. No era capaz de mantenerme en pié, no era capaz de sentarme, no era capaz de echarme nada a la boca pero sentía una felicidad tal en mi interior que todo eso me daba igual.
Ya después en el hotel y mientras me duchaba pude comprobar los efectos de una Maratón ya que no sólo me dolían las piernas sino que todo mi cuerpo era un lamento. El simple hecho de enjabonarme me producía dolor en todos y cada uno de los músculos de mi cuerpo.
Hoy tras haber pasado dos días puedo decir que solo siento felicidad por lo que he conseguido aunque tengo cierto resquemor por no haber conseguido obtener la marca que buscaba pero a decir verdad ahora mismo eso me importa bien poco pues sé que ya habrá otra oportunidad para hacerlo pues hoy puedo decir con la cabeza fría que una y mil veces repetiría lo vivido el pasado domingo.
Por último y como siempre me queda agradecer a Noelia y a Gonzalo el tener que aguantar todo el tiempo que les robo para entrenar y sabed que si el domingo tenía la certeza de que iba a terminar no era por otro motivo mas que porque sabía que vosotros me empujaríais hasta meta.