Pese a habernos acostado pronto apenas he podido dormir una hora. Va a ser un día muy largo. Bajamos a desayunar en el Hotel, el comedor está repleto de triatletas. En nuestra mesa una brasileña (Arieni), es su quinto Iron Man, le comento lo de no haber dormido, me intenta tranquilizar pero la noto también nerviosa. Al lado una mesa de alemanes que habíamos conocido el día anterior, el ambiente es muy bueno, lo más parecido a una tropa que va a pelear unida en una batalla. No somos competidores en sentido estricto, cada uno va a luchar contra la distancia que tenemos que superar dentro de su propio nivel, todos perseguimos lo mismo, sentir que podemos vencer lo inimaginable, demostrarnos que realmente no conocemos nuestros propios límites físicos.
Volvemos a la habitación a recoger nuestro equipo, las bicicletas ya están preparadas en boxes desde el día anterior. Tenemos un pequeño percance con el autobús, que se equivoca de puerta en el Hotel y se marcha dejando en tierra a unos 30 competidores. La gente se pone muy nerviosa y comienzan a llamar taxis, pero nosotros nos quedamos con un pequeño grupo en el que una chica holandesa resuelve el problema con la organización consiguiendo un nuevo autobús. Con todo esto llegamos justitos a boxes para dejar el equipo, enfundarnos el neopreno y colocarnos en la salida.

Llego a boxes, siento una euforia incontrolada que me hace gritar “son las 8 de la mañana y ya nos hemos desayunado 3.8 km de natación!”. Hago una transición demasiado lenta (8 minutos), no me preocupa el tiempo. Salgo en la bicicleta, quiero buscar un desarrollo cómodo pero vigilando que la velocidad no caiga demasiado de los 30 km/h. Enseguida recibo los ánimos de Carmen y los padres de David “Tiburón” Tapia. La primera parte es muy llana, rodeando la ciudad por la zona del lago Zurich. Son 30 km en los que resulta fácil rodar a velocidad relativamente alta. Me sorprende ver tantas bicicletas de contrarreloj (“cabras”), imagino que Cancellara tiene mucho que ver en la proliferación de tanta CERVELO. La gente en general va lanzada, llevo una media de 34 km/h y no dejan de adelantarme corredores. Llegamos al primer avituallamiento y tomamos un desvío que nos aleja del lago hacia unas pequeñas localidades con unos paisajes que nos dejan boquiabiertos, prados verdes donde abundan vacas y unos pueblos con ese toque transalpino espectacular.



Hago un par de kms más y en una pequeña subida de un puente caigo en la tentación de frenar y empezar a andar y correr. No tengo sensaciones tan malas en las piernas como para dejar de correr pero la cabeza ha dictado sentencia en ese momento, la tortura mental ha comenzado. Empiezo a correr y andar hasta que veo los colores del club un poco delante: es Servando. Lo alcanzo, él va con una vuelta más y vamos animándonos los dos corriendo lo que podemos, andando en los avituallamientos, pero no termino de ir, así que al final en una parada mía veo que se marcha. Me cruzo de nuevo con David en la segunda vuelta, para mi sorpresa compruebo que solo me lleva 1 km y me anima a que corra para darle alcance. Así ocurre en el km 17 poniéndonos los 2 a andar (él va acalambrado). Vamos andando varios kms y yo noto que cada vez estoy más mareado, oigo voces lejanas, estoy vacío. Decido parar en un avituallamiento e ingiero todo lo que tenía que haber comido en la bicicleta y no entraba. Al poco rato empieza a ir otra vez la cabeza, empiezo a percibir otra vez donde estoy, vuelvo a recuperar el humor y el ánimo. Doy alcance a David de nuevo y andamos los dos juntos otra vez. Aparece Juanjo con su marcha invariable, nos dice que le sigamos, pero seguimos andando. Aparece algo más tarde Chico (km 29), me pongo a correr a su lado y noto que voy, así que retomo la carrera y me marcho hacia delante. Continúo y ya empiezo a sentir la meta cercana, no puedo parar. Hago la última vuelta a un ritmo lento pero bastante constante. Voy animándome y emocionándome a medida que se acerca la meta, me acuerdo de mucha gente que me ha apoyado, de que ni siquiera yo estaba convencido de que terminaría, de mi padre fallecido hace unos meses. Llevo su medalla, me bajo el mono para sacar la medalla y dedicárselo a él y a mi mujer…entro en sprint emocionado, soy un FINISHER!.